14 de febrero de 2014

Vacaciones.

Más allá de la definición exacta de "vacaciones" (los días que las personas que trabajan o estudian toman para descansar), a mi me huele a vaca mejor dicho a conjugar el verbo "como vaca echada", dicese pasar la mayor parte del tiempo en el suelo, recostada, echada, 
Pero el punto es que por algún motivo, el "estar de vacaciones", uno tiende a relacionarlo con "estar en la playa",como el sitio perfecto donde se vive "como vaca echada", tomando sol (aunque a estas alturas con la capa de ozono en retirada hacerlo sea un asesinato a la piel), viendo el mar, pensando en bañarse en el, quizás tomando un jugo, refresco, bebida y leyendo un libro.

Pues con la novedad que esa condición de "vacaciones" creo que no lo practico hace mucho. La temporada sin hacer nada, digase en la existencia libre del paso del tiempo, amplia de tiempo, donde ojala no se haga nada, para mi ha sido viajando a lugares donde hay mar, lagos, ríos, seguramente pero no necesariamente a la vista. Así en 2013 viaje a Chiloé y en este 2014 a México - Guadalajara.
En donde mis "vacaciones", momento de descanso, desconecte, lo vivo con plenitud en las distintas urbes geográficas que visito.
Lo digo porque en el "intenso" y seguramente exagerado vía crucis (que no es tal), en el que se vió ligeramente convertido mis primeros días en Guanatos, perdí absolutamente el norte, motivo que me trajo hasta aquí.
No sé si algo pasó ayer, anoche (obvio que si), que de pronto me hizo aclarar la vista. Será que la lentitud y poca coherencia en discurso versus acción, de parte de mis amigos escolares, me partió en dos, dejándome a merced de las nostalgias que en estos momentos de la vida en los que me encuentro, absolutamente huerfana, vagar por Guadalajara, tiene, tenía, tiene a ratos, una connotación distinta, tornándose a tristísima.

Pero por suerte soy la persona en la que me he convertido, Resilente, intensa, exagerada, tormentosa, extrovertida, a veces tímida, pero resilente al fin, que pro suerte en mi espíritu optimista, tiendo más a superar, salir adelante, continuar, que a matarme.
Y ocurre entoncse, que a los cinco días de mi llegada a Guadalajara, aclaro mis ideas, bajo las expectativas y retomo la travesía como tal, como un viaje al pasado, en mi presente, cosechando, sembrando nuevos vínculos o retomando antiguos. Liberando intensidades oscuras, planteamientos complicados, devolviéndole el tono de "vacas" a mi estadía y nada, nada, nada más.
Encontrándome con los que se pueda y con los que no, ni modo.
Si finalmente por verlos una vez quizás dos, nuestras vidas no van a cambiar radicalmente, podemos sumar más alegrías, pero no dotar el encuentro con un nivel supremo y en vez saboreando por los siglos de los siglos o el tiempo que sea necesario, aquel sabor deslumbrante del encuentro y punto. O quizás me equivoqué y sucedan mil cosas, pero como dirían Anita y Manucita, no condimentar, juzgar, antes que suceda. Aquello que tan lejano está de mi esencia y por lo mismo tan valorado como "fluir". Pero al menos sé con certeza lo que no soy, aunque me gustaría fluir a lo que mi esencia me permita.

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