19 de septiembre de 2016

¡¡¡ ... Feliz cumple ... ¡¡¡

Querido primito de mi corazón,
En él sigues estando todos los días de la vida
y en esa misma existencia,
de vez en siempre,
te saca a relucir la memoria,
los recuerdos,
momentos compartidos juntos.

Y a medida que pasa el tiempo,
no puedo evitar preguntarme ¿que sería de los dos, si estuvieras aquí? ¿nos veríamos más? ¿haríamos otros viajes juntos? Inolvidables momentos por siempre jamás, atesorado en los recuerdos, en la memoria, en el aire, la coca cola, la pizza y esta ciudad donde nos conocimos....

Te quiero siempre, Feliz cumple!!

6 de septiembre de 2016

Los amigos paternos que están partiendo...

Querida mamita,
Anoche fuimos la Manu y yo a despedir a la María Eugenia Rojas, abrazar a la Pachi y a la Licha. 

Por primera vez en la vida, la idea de ir a un funeral, con o sin la Manu, no me significaba una ventana de vida social, quiero creer que en parte es madurez y en esa misma parte, la ubicación de los lugares, que da el crecer.
Pero el punto es que aquella misma madurez, provocó que desde que nos enteramos hasta el momento en el que fuimos para allí, la cabeza costó hacerla centrarse en el trabajo, había una ansiedad certera dando vueltas en el ambiente. No pude dejar de pensar en trivialidades bobas y tontas como que María Eugenia, no podría ponerle aceite de oliva a la ensalada, ver TV esta noche, mirar el cielo de esta tarde en particular, que según yo a raíz de su muerte, estaba realmente hermoso, rojoso, tan rojoso, capaz de volver a pintar en ese tono, nuestras desteñidas baldosas del patio. Aquello que se le conoce como un fulgor. El cielo estaba totalmente fulgurante en rojo, es decir, encendido, triste, apretado de corazón y alma, como nosotras, pero encendido.

La ansiedad seguía marcando la pauta de la tarde, pensaba en el día que te velamos, aquí mismito en mi pieza, volvi a ese momento, a toda al gente que vino, a los indeseables, a los queridos y cálidos que realmente estaban acompañánandonos y volví a la idea de ir donde Licha, donde la Pachi, el deber de estar aunque sea un rato a su lado, abrazarlas, contenerlas y realmente tenía una sensación como de desasón, quizás tímidez (¿yo?), no lo sé.
Y cuando finalmente llegamos a la casa, nada menos que a la de Pachi, el ver a toda esa multitud de rostros conocidos, por suerte muchos de mi pasado en común con Licha y Pachi, en el CODEPU, fue alentador un poquito, porque la tensión entre Manu y yo, era evidente. Intentando mover a las vaquitas viejas, que apiñadas impedían el paso, nos dirigimos hasta el féretro donde también estaba Licha. Fue una espera, que desespera, porque uno siente que quiere simplemente abrazar a la persona y salir corriendo y ese momento no llegaba. Pero ocurrió y nos abrazamos, bien apretado y solo atiné a decirle "ahora somos órfanas completas" y ella asintió. Creo que es la primera vez en la vida que abrazo tan apretado a Licha, además de sentir su mutuo y cálido abrazo para conmigo, fue lindo porque mientras ocurría pensaba en ustedes papito y mamita, en la María Eugenia, en el Fernando Ortíz, en esa cosa rara que ocurre cuando sucede, que le dicen el curso natural de la vida, que los papás maldita sea, se van y uno aunque sea grande, siente que no lo es tanto y se queda, se queda solo, rodeado a veces, de miles de personas.

Pensando en ti, en llevarle algo de tu parte también, para quien fue tan solidaria con nosotros, tan amiga, tan intima en su momento, llevamos una rama de Camelia la tejana, llena de flores, de unos cuantos botones a punto de explotar, para que siga florando junto a ella, que tanto, tanto, le gustaba la naturaleza. Y pienso justamente en eso, en que le gustaba la naturaleza, las plantas, los árboles, las flores y pienso que de haber sido otra yo, otra edad en la que la conocí, mucho más de conversación hubiéramos tenido...
Y bueno, ya estábamos ahí y sin embargo, al menos yo, como que quería irme inmediatamente. Los rostros canosos, teñidos y peinados al estilo ONG seguían llegando, apiñándose en el living de la casa de la Pachi, que como tal, no es una mansión. Pero también queriamos saludarla y abrazarla a ella, asi que hicimos ruta para devolver los pasos en su búsqueda, hasta que nos aconchamos en un rincón, por donde el paso de la gente embestía menos que antes. Y las casualidades especiales de la vida, como me gusta pensar que son y ocurren, estábamos con Manu, intentando acercarnos a la Pachi, cuando entra un hombre con una señora mayor, de bastón y guiada por este señor, una señora bastante mayor. Una mujer bajita, de pelo bien canoso y un poco crespo, muy linda ¿o será que me encanta la gente mayor y los encuentro a todos lindos?, no lo sé, pero era linda de todas formas. Y llegaron, nos voltearon a ver, nos saludaron, devolvimos el saludo y siguieron sus pasos hasta los familiares de la Eugenia. Después tierna y sutilmente me enteraría que era la hermana de Fernando Ortiz, aquello que al menos para mi, es emotivo, emocionante y me hace sentir, que guiada por mis paires, entro y salgo un breve instante, de aquellas vidas, historias, personas, amigos.

Finalmente logramos encontrarnos con Pachi, que sigue igualita, siempre menudita, con su pelito bien blanco, su carita como de pajarito, de pajarito pequeñito, un gorrioncito picarón, que sonrié y también muestra esos dientes completos y blancos. Siempre sencilla, con mucho estilo y elegancia. Nos divisamos entre medio de las muchas personas, mutuamente hicimos el esfuerzo de encontrarnos, darnos la mano, abrazarnos, abrazarnos bien abrazadas. Y la sentí tan pequeñita, ya no mi siquiatra, consejera existencial, ya no la que me acogía con sus palabras y guías para alcanzar una mejor vida, si no que esta vez, la mujer que se queda sin su hermana mayor, a quien se le nota triste, que ahora que la sabe lejos, que no estará más, comienza a pesar la ausencia. Y asi como con Licha, el abrazo fue bien apretado, bien sincero, con ganas de no soltarla en harto rato... 

Otros abrazos nos separaron y me quedé ahí medio atrapada por la gente, que seguía llegando o entrando y saliendo, los cuales impedían movimiento alguno. Es entonces en esas situaciones que uno echa mano de lo que tiene más cerca, como sus pensamientos... los cuales decidieron memorizar todo lo vivido, sentido, para después contarselo a mi mamita al llegar a casa. Hasta que caí en cuentas, para mi pesar pesaroso, que no estarías en casa esperando te contáramos cómo había sido, cómo estaban la Licha y la Pachi..... me dio un bajón de aquellos, una pena honda, recordar que no estás, que al igual que la Eugenia, también te fuiste, también estás muerta, que te le adelantaste hace tres años y dos meses... pero final de cuentas, igual de lejana, ausente que ahora ella, para sus hijas, para la Pachi.

2 de septiembre de 2016

Hubo un tiempo....

Hubo un tiempo en el que tenía una meta que alcanzar,
un lugar al que llegar,
el que me daba las energías,
la vida, la vitalidad para continuar,
para no desfallecer,
para sentir que pese a todos los peros del universo,
había un lugar único e irrepetible,
donde el sol brillaba más fuerte,
donde los colores eran más lindos,
qué decir los aromas,
el amor estaba en cada esquina esperándome,
los amigos, el amor, los amigos, el amor.

Y de pronto todo cambió,
más allá de los por qués,
lo que me duele
y me hace pensar cada que detengo la rutina,
el acelere existencial,
es que me quedé sin norte,
sin ruta, camino, horizonte que alcanzar,
ya no existe un lugar propio, único e irrepetible por el cual luchar, vivir, sobrevivir, esperar, para alcanzar.

Una parte de mi está total y absolutamente vacía,
se siente ahuecada de corazón,
no quiere como antes,
siente que ya no tiene amigos a quienes querer,
menos en quienes confiar, 
de un derepente la multitud desapareció,
la mesa larga, larga, larga llena de conocidos queridos, amigos queridos, se esfumó
y quedaron sentimientos oscuros, grises, tristes.

Ese vacío de tanto en tanto aparece en mi mente,
recordándome más que nada que hubo un tiempo en el que tenía razones, motivos, causas, sueños, que alcanzar, por los cuales luchar para llegar a ellos.
Hoy ya no,
de pronto a veces los días se tornan todos iguales,
grises, sin distinción,
en otras me acuerdo que pese a todo cuento conmigo, con mi sisterna Manucita, con el Tope, con mi hermosa casa, mi patio, las plantas, el aire, el sol, mis pies para salir a caminar, recorrer el mundo y que por más que cierre y cierre mi corazón, mi alma, los ojos al mundo, de tanto en tanto me encuentro con gente distinta, nueva, variada, que me quiere..... aunque intenten querer cambiarme, ignorando que jamás lo conseguirán, es gente linda, nueva, distinta, con la cual encariñarse. Pero como las experiencias algunas, se hicieron para servir en algo, pese a todo, pese a mi esencia sociable, de ahora en más existe un bichito, un algo, en mi interior que no me deja ya retomar esa energía, esa intensidad con la que antes vivía la vida ¿será mejor así?

No lo sé,
sólo sé que hubo un tiempo en el que creía que cuando el sol brillaba más fuerte, luminoso, amarilloso, era porque cosas buenas estaban por ocurrir, muchas de ellas quizás para mí, para ayudarme a alcanzar mis horizontes....