22 de febrero de 2014

Amor - amistad.

Hace unas semanas atrás, cuando estaba recién llegadita a México, mi hermano Antonio me dijo que yo no tenía que sentir que me faltaba el amor, porque tenía a mi alrededor mucho, mucho. Mucha gente que me quería, por lo menos esa mañana en particular, todos los comensales así sentían a por mi  y mucha más gente a mi alrededor.
Como soy perrucha, pensé "y éste qué sabe?". Pues últimamente y aunque no lo soporte, tengo que confesar que "tiene razón", jajajajaja no, no es que no lo soporte, solo que me carga darle la razón, siempre es mejor tenerla yo. 

Pero debo reconocer que en este viaje a mi amado México y Guadalajara, que siempre es agitado, siempre aprendo, descubro, pierdo, gano, me llevo, dejo, cosas, personas, sensaciones, emociones, nuevas, distintas, mejores, peores, desechables, inolvidables. No es el mero viaje de "vacaciones", en el que me estoy echada como vaca en la arena, contemplando el mar, pensando en las musarañas, sino que más bien es un remezón de vida, de emociones, de sorpresas, tristezas, nostalgias, constatar mucho, muchísimo, demasiado lo que se va, lo que no volverá y así también lo que se recupera, llega, renace y te hace tan bien.

Y como siempre he vivido cortita de piernas, en el tema del amor, del amor que un hombre sienta por mí (porque todavía soy heterosexual), porque no lo hallo, no me hallan, no me huelen, ni detectan, pero en cambio la vida me ha dado amigos para dar, tener, gozar, valorar y adorar.


REGRESAR.
Además de las mil millones de razones que me trajeron a México y sobre todo a Guadalajara, estaba el de los reencuentros. Con mis compañeras de la secundaria, con Conchita de la Prepa y con los amigos de mis papás, sobre todo ahora que mis papitos amados ya no están. Creí que tenía todo fríamente calculado, eran colas de personas que querían verme, reencontrarnos, contarnos historias, compartir vida y yo estaba feliz, porque a la vez estoy tan triste y desolada por la muerte de mi mamá, que necesitaba volver a sentir el verdadero calor, el cariño, de la gente que siempre, de los siempres jamases me había querido y hecho un lugar en su vida y corazón.

Pues bien, las sorpresas se fueron dando en la primera semana que puse mis piecitos en Guadalajara. Muchas de aquellas personas, que emitieron comentarios sentidos, hermosos, cálidos, por la muerte de mi mamá, que tanto querían verme, pasearme, retomar historias, reencontrarse conmigo, hasta el día de hoy, día 15 de mi estadía, no han dado la cara, ni el mail, ni señas de humo, nada, nada, nada. La primera semana pa que decir lo que sufrí. El desprecio siempre agita el ego, de alguna manera siempre sentí que Los Orregos, éramos seres sobrenaturales, los mejores, los más increíbles, mi papá el hombre más inteligente, culto de la galaxia, mi mamá la mejor mujer, esposa, madre, amiga, mis hermanas y yo las güeritas chilenas más simpáticas, lindas, atractivas, que todos y todas querían tocar, conocer, conversar, tener, abrazar........ pues venga que aunque me cuesta creerlo, parece que somos unos mortales del montón.

Sufri como condenada, me dolió el ego, el estómago, el alma y me la llevaba llorando por los rincones, abrazándome a los árboles y volver a sentir que sólo ellos y nadie más que ellos son los fieles y los que comprenden mi sentir. Y de verdad entre que constataba lo diferente de la ciudad, de las calles, que estaba norteada todo el día, que nada era muy parecido a la última vez que fue hace 13 años y entonces entre que se me estrujaba el alma, aprovechaba de caminar, tomar fotos, hablar sola, caminar, llorar, sentirme miserable, después ir encontrándole el gusto al estar sola, escribir, escribir mucho, de mi, de mi ombligo y sus circunstancias, de la vida, de mi vida en estos días desolada, de los días pasados, de los años en que vivimos y paseamos por esas mismas calles con mis papás........ y de a poco fui descubriéndole el sabor a esta vida.

En el fondo de mi corazón y ese algo que se tarda en mandar señales, de lo que uno realmente quiere y de lo que realmente busca, con lo que está pasando en el ambiente y que al juntarlo, sobre todo cuando es un poco triste, tienes que atinar, me demoré en descubrir que aunque todos me dejaran como novia de rancho y no me pescaran, con el paso de los años, las enseñanzas de mis padres, las lecturas de libros clásicos donde personas de vidas mas bien solitarias salían adelante, porque si no huyes de ti, estás salvado, fui encontrándome y disfrutando a concho esta estadía.
Y cuando eso pasó, cuando finalmente le dejé de tener miedo, pena, tristeza, al hecho de que quizás no todos querían enfrentarse al pasado y cambiar los recuerdos, que por otro lado también tienen derecho a optar, lo malo es optar sin avisar. La vida comenzó a sonreirme profundamente.

Comencé a vivir unas verdaderas vacaciones, sin mar, pero con mucho sentimiento, sin olas del oceano y en cambio muchas calles por recorrer, tratar de refresacar la memoria y entre refrescada y refrescada, el batido de sentimientos, emociones iba y venía, las penas subían pero ya las sabía manejar, dominar, hacerles entender que no era malo que salieran a la luz, pero que no dominaran mis energías porque faltaba mucho por vivir.
Digamos que en resumen catartico, ha sido muy enriquecedor y casi "padre" todo este remezón. Será que en el fondo y superficie de mi esencia, soy absolutamente parecida a mi papá y todo lo que suene a "azote" lo sabemos vivir con dignidad y pasión. Porque al menos yo, siempre sé como salir, resilente, optimista de cuanta adversidad se cruce en mi camino, no sé si seré monga o superficial,  liviana o retrasada, pero siempre hasta de lo más malo (menos el golpe de Estado en Chile y las violaciones a los derechos humanos), siempre sé salir con optimismo de las malas situaciones, trato de buscarle el perdido buen lado de las cosas, valorar, aprender y seguir buscando.
Y como soy creyente o superticiosa, de mis propias creencias y superticiones, creo que cuando uno toca un poco el fondo del tambo y logras salir de buena manera, el universo, las constelaciones, las estrellas fugaces, quien sea, que están de una otra manera (hiper egocentricamente) mirándote, te premian.
A mi me premiaron con dos situaciones claves en esta estadía:
- El reencuentro casual y maravilloso como mis compañeros de Primaria: Carlos y Guillermo y
- El reencuentro 21 años después con Conchita.
Al reencontrarlos a ellos, mi vida dió un giro encantador.
Ya no había nada que me hiciera sentir sola, triste, desolada.
Y después de volver a verlos, me sentía más bien dichosa, radiante, burbujeante, saltando de nube en nube, saltando en una pata de alegría.


CARLOS y GUILLERMO.
Mis queridos compañeros de la Primaria.
Que nos sentábamos en la sala de clases muy cerca unos de otros, de hecho creo que a mi me tocaba con Guillermo y mi mamá siempre me decía "a ver si se te pega algo de él"........ pues yo que más daría porque todito él se me pegara...............jajajaja y Carlos como era el más alto del curso, lo dejaban bien atrás, pero en la misma fila nuestra, para que no tapara a los chaparros, que digamos la verdad, el curso estaba plagado de ellos.

En los tiempos de la Primaria, como siempre he sido bien "corazón de alcachofa" "enamoradiza", estaba locamente enamorada tanto de Guillermo como de Carlos, pero siempre sentí que Memo me hacía el saque amoroso, más no así el amistoso y como la pasábamos tan re bien juntos, su casa era increíble, con esos hermanos que nos hablaban y contaban historias interesantes, Doña Guille, la mamá de Memo que era una dulzura, siempre me recordó a la mamá de Benito Bodoque de Don Gato y su pandilla. Era una mujer muy poco mexicana y a la vez gozaba de la belleza de las tapatías. Era alta para el promedio, de pelo cano, un rostro dulce, que nos  invitaba a comer bien seguido y preparaba un arroz con chiles poblanos, crema y queso, que era nuestro deleite. 
A mis papás les encantaba la familia de Memo, porque dentro de la escuela publica en la que estudiábamos, eran lo más elevado cultura y educativamente, como pasaba también con los papás de Carlos, que si bien no teníamos mucho contacto, mi papá le tenía mucha estima al padre y ya con eso bastaba. No es que uno se creyera la crema de las fresas, pero mis papás eran por educación y vida, personas muy cultas, inteligentes, profesionales, que como tal valoraban la conversa interesante, las historias, el vuelo de pensamientos y entre los compañeritos de curso y sus papás, eso no se daba muy seguido, ya que en su mayoría la primaria era poblada por hijos de albañiles, amas de casa, empleadas domesticas, personas que por desgracia no contaban con mucha educación. Aunque no por ello dejaban de tener un gran corazón, un sentido de amistad y solidaridad enorme.

En el caso de Carlos, pues parece si es que la memoria no me falla, tuve un poquito más de suerte, creo que (no sé que dirá él) que hasta llegué en algún momento a ser su novia, que obviamente cuando mi papá se enteró, casi que me manda interna a un reformatorio. Es que mi papá era de la idea que sus "tres gracias" habíamos nacido para vivir solo con ellos y no estaba dispuesto a abrirse a eso llamado "hormonas, amor, enamorarse, noviar" y como siempre entre mi papá y yo, lo que a mi me gustaba él detestaba y Carlos era el objeto de la discordia.
Pero nunca pasamos a nada serio, una porque éramos unos "chavitos" aunque no negare que si bien pequeña igual me derretía por Carlos, lo encontraba tan guapo, con su carita redondita, tenía una boca tan linda, una nariz...........mmmmmmmm me derretía. Pero cierto es también que en la inmadurez de mi crecimiento, si Carlos quería lo que quisiese, yo estaba 5 años luz de atraso de enterarme y coincidir. A mi me iba de manito sudada, bien sudada, obvio que soñaba con que me besara, pero ni sabía lo que era eso......... o sea la Oda a la Teta, comenzó conmigo.

Pero después de todo y con los años y ahora con el reencuentro, que todos estamos más o menos grandotes, desarrolladotes, con la vida construida para todos lados, lo que prevaleció y eso es lo recontra lindo, es la amistad. Amistad que nos permitió pasar dos sesiones de juntarnos completas, hablando, rememorando, actualizando vida y por mi parte, redescubriendo lo mucho que los quiero y lo feliz que estoy por este reencuentro.....


CONCHITA.
Mi querida amiga María Concepción Gómez Zepeda, es otra historia.
Creo que es mi única y mejor amiga generacional de la vida.
Mi cuata en toda la extensión de la palabra.
Con la única que podemos juguetear, enseriarnos, llorar, sincerarnos, compartir, como deben ser los amigos "en las buenas y maduras". Reencontrarnos con Conchita después de 21 años fue tan normal, cual si la semana pasada nos hubiéramos visto por última vez. El nivel de confianza, intimidad, historias parecidas, cercanas, comprendidas, sentidas, es mutuo. Qué daría por llevármela a Chile............

Y final de cuentas, aunque me revienta darle la razón a Antonio, porque es mejor cuando la tengo yo, es verdad, de verdadisima.............. tengo más amor que mil novios, me siento al fin realmente querida, cuasi amada, por mis cariños sinceros, para siempre jamás, que casualmente son MEXICANOS.

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