14 de septiembre de 2012

La Felicidad: Zoe y México.

Anoche me convertí en una de las personas más felices de los últimos tiempos. Desde que supe que la ZOE venía a Chile, sentí, pensé, que tenía que estar ahí. Tan pocas oportunidades que tengo desde estas latitudes para conectarme, encontrarme con la música que me gusta, me identifica. Pero todo indicaba que era o sería un sueño imposible, comenzando por el alto costo de sus entradas, siguiendo porque aparentemente tendría que ir sola (cosa que jamás me ha importado) y por último esa cosa rara que a uno se le mete en la cabeza de pronto, de que todo lo más maravilloso del mundo está a años luz de una y que mejor ni mirar, menos soñar, porque nunca lo alcanzaremos. Pues la historia cambió radicalmente porque finalmente y después de muchos pajeos mentales, terminé yendo (con mi sisterna Manucita) a mi ansiado, amado concierto de la ZOÉ.

Mientras berreaba como una más de la masa, que para mi pesar, digo con mucho respeto había mucha masa, pensé que mis gustos mexicanos en tierras lejanas era selecta y de mucho más que un simple outsiders, sino más bien de estar hablando en otro idioma, otra frecuencia. Que digamos de paso, me encanta, oveja nunca he tenido el espiritu, pero por otro lado pienso por un segundo que si esto se mantiene así de masivo, hay más oportunidades de que la Zoé vuelva y yo de escucharla. Aunque confieso que la idea de oveja me desagrada profundamente. Pero en fin, como decía mientras berreaba, cantaba, gritaba, saltaba, bailaba al son de los temas de Zoé, me pasó eso tan cliché, tantas veces dicho, tantas veces manoseadamente majaderamente expresado de que de pronto sientes que el universo entero desaparece y solamente estás en ese lugar oscuro, de humos por todas partes, aire a penas, la banda Zoé y su servilleta. Como si cada tema, cada entonación las dirigieran única y exclusivamente a mi, a su amiga, a la chica de corazón mexicano que no hace otra cosa en la vida que añorar, amar, ensoñar a México y que solo escucha música de México como ellos.

También pensé en aquella lejana vez, junto a mi sisterna Manucita, fuimos a escuchar a Los Caifanes, que venían publicitando su disco más malo pero en fin, era lo que había. Nuevamente fue un momento inolvidable, como ahora, especial como el de anoche. Rememoré (porque para eso mis padres me hicieron bien nostálgica), los viejos tiempos aquellos 1997 -1998 en Ciudad de México, al lado de Santa Sabina, de Los Estramboticos, de Plastilina Mosh, de La Gusana Ciega, en los cuales la Zoé recién comenzaba y nadie los soplaba mucho porque les llevaba un aire a hippie que daban miedo. Pero aqui miss mal gusto, ojo parchado ya les había echado el ojo, comprado todos los CD que de ellos había y  los escuchaba en secreto para que no me molestaran los friends rockers mexican boys, demasiado rato.

Y es que ocurre que esa marca registrada llamada cliché, que les mencioné hace rato, de sentir que la Zoé y yo éramos los únicos anoche en ese lugar, aunque sea cierto que habia un ciento de rebaño de ovejas más o menos en la misma frecuencia, de los cuales muchos pertenecían a la comunidad mexicana, de todas maneras insisto, que esa conexión se debe fundamentalmente porque nos une el cordón umbilical irrompible de amor por México. De esos lazos para siempre, sólidos más allá de todo, como el que  me une a mi hermano Antonio, a mis amigos de Guadalajara, a mi querida Beatriz. A mis queridos Laurita, Conchita, Patricia Medel, compañeras de la secundaria, compañeritos de la primaria. A mis superstar Santa Sabina, al Ruelitas, a todos aquellos personajes, personas, amigos, momentos, situaciones, que están tatuadas en mi corazón por siempre jamás. Y se que finalmente la verdadera felicidad, esa que llega de pronto, de estrella fugaz, de constelación maravillosa, dure lo que dure, esa me la ha dado a borbotones solo un "algo" "alguien" en particular, especial y por siempre jamás: mi amado México.

Por eso es la conexión, aunque el pop de la Zoé música de licuadora sea universal y todo se pueda acomodar dentro de una licuadora, no por ello me llega menos, no por ello me siento menos conectada, no por ello deje de ser extremadamente feliz anoche. Por ello, por ellos, por todas las razones del mundo, esta ecuación se escribe asi:
FELICIDAD = MEXICO = ZOE.