29 de febrero de 2008

DIARIO DE VIAJE: Lluvia y Subte en la ciudad



Amaneció con lluvia finalmente.
Parece que a ésta le gusta arrivar los fines de semana.
Cuando el reloj marco las 08:00 am el cielo no definía abiertamente si seguiría lloviendo o no. Pero tenía muchas cosas que hacer, asi que emprendí viaje a la calle y ni bien puse los pies en el pavimento.............. comenzó a llover.

Entré al subte (metro) y me dirigí a Florida a cambiar dólares. Afuera lloviznaba primero y diluviaba al ratito. Como nadie pensaba la dimensión que tendría la lluvia, deambulábamos por la city vestidos de verano "caluroso", así que lindamente se me mojaban los guaraches (chalas) cada que el diluvio crecia.

Enfile hacia la Plaza de Mayo, el cielo crugía de color gris oscuro. Me metí al subte con dirección a "Primera Junta", vía al Congreso y cuando trate de salir............... el diluvio te lo hacía pensar mas de dos veces.


EL SUBTE o METRO:
Recuerdo que estando en Santiago mi prima Palomita, comentó la modernidad del metro chileno y lo malo del porteño. Yo tenía otra opinión al respecto:
Es verdad que en verano hace un calor de mierda y que el metro no es precisamente aireado (en Santiasko tampico)
Es verdad que los pasillos de espera son angostitos....
Pero lo lindo que tiene el metro porteño es que mas que metro es un tren: cada carro es un vagón y son largos aunque pocos en cantidad, tienen ventanas que se abren de arriba hacia abajo, tienen rejillas sobre los asientos para poner los bultos, maletas, bolsos (no existe la idea de "afanártelos"), tiene barrotes a lo largo de cada vagon, aros que penden de estos barrotes para que te sostengas (y no se mueven...... como otros), asientos horizontales que miran una fila frente a la otra, acolchados y tapizados.


Los encuentro divinos y más aún si es el metro que va desde la Plaza de Mayo a Primera Junta, porque esos sí que son antiguos. Vagones de madera por fuera y dentro, ventanas de madera que se abren de arriba hacia abajo, agarraderas de madera, asientos como los usuales (uno detrás del otro) pero de madera y en cada puerta un espejo con bordes viselados.
Viajar en estos vagones da totalmente la idea que el viaje que emprenderás es seguro hasta el pasado, quizás hacia el futuro.
Es verdad que en calidad de turista no tienes cómo enterarte (a menos que seas muy observador) que las puertas se abren manualmente y que si no, el metro seguirá su curso hasta que alguien lo haga. A mi me pasó ayer pero la amabilidad del porteño, hizo que me dejaran cambiar de andén y hacer el viaje de vuelta hacia atrás.

LA LLUVIA:
Es verdad que rayo la papa con la lluvia, que la amo por sobre demasiadas cosas de la vida y ayer simplemente fui la mas de las contentas. Salir de la estación del metro Congreso y tener que pensarla varias veces, fue porque no era lluvia lo que caía del cielo si no que una ráfaga, nubes de lluvia, viento.

Lluvia torrencial.
Ráfagas de viento y lluvia, a lo lejos sólo la plaza del Congreso y en ella: Jacarandás, Acacios de tres puntas y Plátanos orientales.
Mirando bajo el paraguas correr la lluvia, inundar las calles, los huecos de las veredas, el aire se enfría, se refresca, hay aire!!, viento.
Los transeúntes se cobijan bajo los techos posibles, esperando que la tormente aminore.
Los paraguas salen volando, otros se voltean, la ráfaga de lluvia es mas poderosa.
La plaza del Congreso se humedece más y más. Los árboles se mecen contentos, las palomitas no tanto.

Quiero dejar el paraguas que vuele, el peso de la mochila en el suelo y salir a empaparme de lluvia, mecerme con los árboles, sentir las gotas de agua estilando desde mi cabeza a los zapatos......

1 comentario:

Aelo dijo...

Es agradable encontrarse con otra que "ralla la papa con la lluvia", al igual que tú la adoro por sobre muchas cosas, y si viene con viento... pues mejor aún. Supongo que tiene un poco que ver con el lugar que crecí (Chiloé), y que me recuerda a la sensación de estar allí.

Sobre el metro, si, prefiero el de Valparaíso, tal vez no sea el metro funcional de Santiago, pero tiene un encanto único, pasear por él, cambiar el carro, ver el mar desde la ventana... hay cosas que hacen que valga la pena.

Un abrazo