1 de enero de 2014

Y te fuiste...

Desde que tomé conciencia que con tu fin perdía nuevamente a mi mamá,
intenté retenerte,
ingenua y absurdamente,
imposible de alcanzar
y por eso odié hondamente tu partida, la doble perdida a por mi mamita amada y la desesperanza total del nuevo año que se avecinaba.

Comenzar,
ninguna gana en el alma, en el corazón por iniciar nada,
si no más bien por retenerla, inmortalizar no tanto el día en el que se fue, sino que la unión indirecta de todos los momentos -buenos o malos-, vividos juntamente este año, que nada se moviera, que las nostalgias, los recuerdos, tu, tu mamita linda, te mantuvieras congelada, detenida en el tiempo, que este año malo, malísimo no pasara, no se fuera y con él meses y meses que suman y suman alejandonos de ese viernes 26 de julio a las 18:00 horas en que partiste, te fuiste...

Ninguna gana de mirar pa delante,
de pensar en un futuro, en esperanzas por hacer, construir, armar,
el corazón en negro,
mi alma resentida de dolor, dolor hondo, lloroso, genuino, doloso, muy, muy doloso.
El horizonte ya no tiene colores, aromas, no hay nada que esperar, trabajar, forjar, de pronto toda mi vida perdió sentido, razón, peso, forma. Ni México es lo mismo que antes, antes iba y traía noticias, novedades para tí, para mi papá, para las hermanas, ahora voy, vuelvo y una sensación de apagamiento de la luz, de energías, de buscar, encontrar, pensar, sentir, nada, nada, nada. Como si además de muerta tu, desde este mundo cruel, desde mi casa, Santiago, latitud sudamerica, yo también hubiera muerto un mucho....

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