que aquello que creíamos era lo más importante del mundo,
intensamente,
de pronto
o no tan de pronto, sino que más bien intempestiva e intensamente,
deja de serlo.
Desde que se murió mi mamá,
el retorno a Chile tuvo una connotación diferente,
ya no era solamente la mala idea de haberlo hecho,
sino que ahora, sentía un abandono del tamaño de un buque,
porque los que nos trajeron en busca del río Mapocho,
las empanadas, la familia, las calles, el Parque Forestal y todas aquellas cosas, detalles, vitales, fundamentales, que formaban parte de la vida, de su vida,
ya no estaban.
Y ya sin ellos,
sin mi papito y sin ti mamita,
aquel fatidico y a veces hermoso 24 de Enero se perdía en el tiempo,
en el calendario mental...
De hecho aunque todavía falta para que se cumpla otro año más
y pese a que ya lo sumo, porque para acumular tiempo eso si que fluye de manera rápida,
fue a raíz de un detalle no menor, que caí en cuentas que el próximo viernes (de este al otro) es 24 de enero...
Aquella fecha de hace 27 años,
del cual no recuerdo el día preciso,
en el que con mis papás, la Manu y yo, volvimos a Chile,
de alguna manera dejó de tener tanto peso, tanta importancia,
ya que dos días después se cumplen SEIS MESES sin mi mamita
y eso si que es terrible,
también importante,
estructural,
casi más terrible, que haber vuelto,
porque al menos para esos tiempos, mis papitos amados estaban con nosotros.
Y ahora acarreamos el lastre de ese día, con menos peso, porque lo que realmente importa es que ellos ya no están y hacen tanta falta, la vida tantas veces, no cobra ningún sentido, no encuentro el norte para seguir adelante, retroceder, quedarme, estar..... ellos eran los compañeros de viaje, los guías de ruta, mis papás amados por quienes tanto pedí irme antes que ellos, justamente para que este dolor, este vacio que siento ahora, no tuviera que vivirlo jamás...
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