22 de enero de 2014

Relaciones humanas.

A veces me pasa que olvido los buenos lazos que la vida me dió
o más bien la oportunidad que ésta me entregó al conocer la verdad sobre la amistad.
Aquella que no mira color, forma, tamaño,
que simplemente surge porque algo se siente de un corazón hacia el del frente y viceversa y se quiere, como los enamorados,
pasar mucho tiempo al lado de esa persona, que te parece atractiva, interesante,
que seguramente tiene un mundo vivido por contar y tu lo que más ensueñas es escucharlo.

Así me ha pasado a lo largo de la vida,
como que me enamoro de las personas,
hombres y mujeres a quienes conozco
y que quiero de todo corazón y con el corazón,
conocer, compartir las vidas, las experiencias, lo bueno, lo malo, chistes, tonteras, inteligentadas, seriedades, babosadas, pasear, caminar, sentarnos, compartir una bebida, una película, estar.

Lo que pasa es que después de varios años,
viajé a un lugar, un país,
que había sufrido mucho y su gente se puso, con razón, muy desconfiada
y no le fiaban nada, ni dinero, ni oido, ni sentimientos, a nadie.
Ni siquiera a los amigos,
porque nadie sabía realmente si esa persona era realmente tu amiga....
Y en esas condiciones llegué a ese lugar,
a vivir a ese lugar,
aunque la mayoría de mis primeros conocidos o amigos,
eran como yo,
niños, jóvenes, hijos de padres que volvían con ellos de tierras lejanas y diversas
y que por lo tanto,
no les había tocado vivir tanto, en esos ambientes de desconfianza y miedo.
Otros en cambio,
en diversas circunstancias de la vida,
si que les tocó vivir en ese lugar todo el tiempo, durante toda su niñez y juventud, hasta que me los encontré y ellos, más que los demás, tenían el corazón, la mirada, las actitudes físicas con mucha desconfianza, cero capacidad de entrega y mucha en cambio, de aprovechamiento.

La necesidad de subsistir que le dicen en algunas partes,
a saber si tendrá que ser tan salvaje el asunto, sobre todo si no naciste precisamente en condiciones privadas de educación, cultura.
Para mi ver, con el paso de los años, me hace pensar y reflexionar, que de alguna manera, existe mucho de ADN en la reacción de estas personas, que sumado a la desconfianza y el miedo, sacan de sí lo peor. Porque si uno convive por cortos espaciso de la vida con personas realmente humildes economicamente, ellos donde comen tres comen seis y muertos de la risa, llenos de alegría y solidaridad, creo que es un defecto y sobreviviencia de las clases medias, aburguesadas y egoístas en esencia, lo que las hace reaccionar como durante los años que llevo en estos lugares, me ha tocado presenciar.

El asunto es que de los años, lo que más he sumado son decepciones,
amigos o amigas que una vez encontrados en la ruta de la vida,
o se van
me dejan,
me abandonan sin ton ni son
o simplemente demuestran que no son capaces de serlo,
no se si es personal la cosa y es conmigo que no quieren ser realmente amigos
o es con todos los seres vivos que pululan la tierra,
pero todos en algún momento terminarán haciendo trocitos mi corazón,
mis sentimientos a por ellos e invitándome a que me meta mis principios de la amistad, por donde bien me guste.

Es por eso que sin llenar de expectativas el baúl,
será que finalmente si bien espero no haber copiado los malos ejemplos,
algo he aprendido
y regreso, me voy, voy, que más no sea por 34 días al otro lugar donde fui tan feliz,
donde encontré tantos y tan buenos amigos,
tantos y tan buenos momentos,
donde vivía con mis amados papás
y quizás, espero, ansió pero sin tanta intensidad,
descubra que efectivamente es allá la cosa,
que están allá los verdaderos amigos,
los para siempre,
con los que se cuenta en las buenas, malas, pesimas,
aquellos que son tus amigos porque si,
no porque seas, dejes de serlo, fuiste, viniste, tuviste,
sino porque si,
porque les gustaste tanto como a ti ellos
y se dieron la chance, oportunidad, momento, instante,
de conocerse, encariñarse, dar la vida el uno por el otro y la otra por el uno o la una
y vivir por siempre jamás y además felices.

Porfis, porfis, porfis, porfis!!!

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