4 de julio de 2017

Para Roberto.


De tanto en tanto el puzzle- vida, va perdiendo sus partes, 
no sabemos si es porque se caen de la caja
o porque se salen 
y misteriosamente,
después no saben volver a casa.


Y al juguetear con el puzzle,
que está lleno de vida  y memoria, de ayeres, de nostalgias,
sumado a lo bueno y lo malo,
ponemos las piezas sobre la mesa,
piezas puzzle - vida - memoria,
y descubrimos la ausencia de tantas, tantas piezas.

Ahí nace la ausencia,
ausencia de tiempo,
el que se detiene.

Cual jugarreta,
como aquella la de la fotografía que va perdiendo, en la imagen: sus detalles, los rostros, 
gestos de quienes fueron fotografiados, pasando del color al cepia, y que para recuperarla,
hazañas inverosímiles deberás afrontar.

En esta ocasión no existen acciones posibles,
nada que permita retroceder en el tiempo,
la memoria está fresca,
llena de momentos, 
de situaciones, casi de olores.

La memoria está llena de nostalgia,
la caja del puzzle liviana, 
le faltan piezas,
aquellas las nuevas, las que se han ido,
se han marchado.

La fotografía, en cambio,
está intacta, la expresión, la mirada, el destino que esos ojos miran,
todo sigue ahí...

Y decidiste marcharte,
sumarte a las piezas del puzzle que se van,
se van con rumbo a nuestro pasado,
alejándose de la vida,
nuestra vida,
la vida en común,
como suele pasarle, a los que no tienen prisa, pero se los llevan.

Los recuerdos nos llevan hasta esos sitios compartidos,
la misma ciudad,
a pocas cuadras de distancia,
mundos parecidos, distintos, diversos, intelectuales, artísticos,
sencillos, coloridos, bohemios.
De historias comunes que llevan los ellos y los nosotros,
topándose,
reencontrándose,
hermánandose.

Y como sucede con lo que más se quiso,
llegó el día que nos separamos,
siguió sumándose pasado,
a nuestras memorias comunes,
de historias y experiencias afines,
hasta que nos reencontrarnos aquí.

Y en este presente,
lleno de hoy, 
la clausula implícita,
impedía producir pasado,
solo uno y se se había quedado allá,
en el lugar mágico,
donde vivimos existencias exuberantes.

Nunca más pasado,
¿nunca más historias comunes?
¿en común?
La historia sólo conocía una hoja del libro,
la de un ayer,
que tuvo un presente, transformado en pasado,
historias compartidas de otros tiempos,
momentos y edades y gentes que casi ya no están.

Hasta que el pasado pasó a buscarlo y se lo llevó,
para que nosotros lo hiciéramos memoria, nostalgias,
recuerdos, sensaciones, corazones
y en ese pasado querido
tu, junto a los otros,
los que se fueron antes,
mis papás por ejemplo, los abuelos, 
y todos los otros que siguen yéndose, 
que se van, que se van y se van.

En el hoy, queda la fotografía.
Para el pasado las nostalgias y las sensaciones, también las historias, los olores, el sabor a viajes juntos.

En la memoria el presente.
La memoria de nostalgias de pasado,
las nostalgias, la memoria, las fotografías.


Pero no tu,
ni todos los que se han ido,
dejando la caja del puzzle, con las piezas incompletas.

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