25 de julio de 2017

Dejar.

Anoche decidí 
o el insomnio habló por mí,
debo dejar ir,
no existe,
no es, ni somos, menos seremos.

Se transformó en dolor,
pese a las advertencias,
ya no es lindo,
ni grato.



Duele,
y después le odiaré,
detestaré todo lo que no,
lo que amaba de él,
su cara, su voz, su piel.



Lo suelto,
que se vaya,
que su energía levite en otro aire,
lejos de aquí,
junto a su espíritu,
que ambos vuelen leve, 
desaparezca
y junto a él:
la ansiedad, tensión y neurosis que no deja vivir (me).

Atesoraré el álito de nostalgia,
vivir de ella es mi menester,
con todo aquello que quise fuera,
quizás, demasiadas veces.


Juro,
yo sí puedo ya que la intensidad me lo permite,
que lo quise con el corazón,
aunque fuera una idea,
irreal, inmaterial,
la amé,
quizás demasiado,
dejé fluyeran los sentimientos,
se mezclaran a la adoración a por él, el platonicismo también,
pero lo quise con el corazón.


Y todavía un poquito,
un leve susurro,
por eso me duele,
porque se va,
desaparece
y sin embargo me gusta tanto.



Necesito que vuele, 
lejos de mí.


Diluirse la ilusión lo dudo,
que no quede dolor, seguro,
sólo imágenes,
en tonos sepia,
robustecidas de nostalgias....


Te dejo ir,
suelto (te)....

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