20 de marzo de 2017

Gregorio.


Confieso que perdí la cuenta,
pero no la memoria,
no este 20 de marzo,
el mismo y distinto,
distinto y el mismo,
en el que te llevaron y no volviste.

Yo estaba en el cumple del Emiliano
y cuando me fueron a buscar
o más bien a retirar,
me contaron que te habías ido,
que no se pudo hacer nada,
que estabas más mal de lo que parecía,
se notaba que ellos nunca descubrieron lo mal que estabas,
los dos sí que lo sabíamos.

Aquellas últimas tardes los dos juntos en la azotea de Gregorio Dávila,
juntos, juntitos
y los dos, solo tu y yo,
sabíamos que las cosas no estaban bien,
que todo pintaba extraño,
raro.

Y después apareciste en Chile,
cuidándome cuando las crisis venían y atacaban fuerte,
aparecías en la reja de alguna casa,
con tu pelo amarillo opaco,
tus ojos amarillos,
tus hermosos ojos amarillos,
que dilataban la pupila cuando me miraban.

Gracias por estar cuando no había nadie,
por conversar conmigo,
mirarme con esos ojos amarillos de pupilas dilatadas,
pensarnos,
conversarnos
y entregarme tanta paz a pesar de todo.

Ahora quedan los recuerdos,
porque no te volví a encontrar
o quizás pensaste que estaba mejor
o quizás podías aparecerte solo en contadas ocasiones
o quizás los permisos fueron por esos momentos,
de todas formas son inolvidables,
volver a verte en este país,
después de tanto tiempo,
fue maravilloso.

Gracias,
gracias por haber existido,
haber sido mi primer gatito,
mi gatito amarillo opaco, de ojos amarillos y pupilas dilatadas,
te quiero, te recuerdo, pienso en los viejos tiempos pasados y vividos juntos y siento algo ahí dentro que late, que mulle, que me sigue mirando.
Te quiero, te quiero te quiero.

No hay comentarios.: