3 de febrero de 2017

Sueño con mi padre.

No deja de ser curioso el fenómeno de la mente,
los pensamientos y sentimientos que viajan en el inconsciente,
aquellas ideas que no expresamos en palabras audibles por otros,
si no que las callamos, mantenemos dentro, sonoras sólo para nuestro corazón.

Es así como he soñado con mi padre.

Hacía bastante tiempo que no frecuentabas mis sueños,
desde aquellas veces, cuando ya no estabas, me visitabas regularmente, a través de muchos símbolos como árboles, como queriendo decirme algo.

En esta ocasión, después de despertar pensé 

¿Cuál será el mensaje? 
Algo más obvio que lo realmente experimentado en vida, 
como lo es el no estar, 
no estar presente en el momento en el que ocurrió la muerte de mi padre, 
que pese a todas nuestras diferencias, vaya que lo quería, que lo quiero, que lo querré. 
No puedo evitar preguntarme ¿Por qué la vida se preocupa a estas alturas, de cerrar algunas de las carencias que tengo con ellos? ¿Será la vida la que me permite esto o será mi propia necesidad de ausencia?

En este sueño vivíamos en una casa, otra casa distinta totalmente en tamaño y estructura a la nuestra, era más grande, dividida en dos partes o áreas. Y en una de ellas, es donde mi padre moría y que yo estaba ahí para verlo muerto, para acompañarlo, para estar a su lado. Acostado en su cama, en otra que no era la de él, en una habitación diferente a la suya y sin embargo era mi padre y yo su hija. 

Verlo ahí tendido sobre su cama, dormido y muerto, muerto y dormido, fue tan impactante como lo fue revivir el dolor. Aquel dolor por su ausencia, sentir la soledad, la sensación de abandono por quedarse en este país, que no siento mío. Sentir la pena de saber que está muerto y que ya no despertará, que nada volverá a ser como antes. Revivir ese dolor, llorar y llorar y llorar. Tanto que volví a llorar por tu muerte papito.

Además la reacción mía hacia las intensiones de otros, sobre los hechos que estaban por ocurrir, tan peleadora como siempre y el dolor, el dolor sincero de la ausencia efectiva. Dolor, llorar, llorar de dolor. 

Otro regalo onírico fue la presencia de mi mamá. Mi madre que estaba a mi lado abrazándome por el dolor sentido, llorado por la partida de mi padre. Ella más joven que en el momento real y como siempre, cercana, cálida.

Es triste repetir momentos como la partida, muerte, de tus padres.

Pero sin embargo, cuando no se ha vivido de cerca ese momento
y obviamente queda una pieza inconclusa en la vida,
estos instantes oníricos en los que la muerte me permite reunirme con mi padre, 
verlo muerto, estar a su lado, tomar su mano, ver su rostro, despedirme 
y pensar que ya no lo volveré a ver. 
Son esos instantes que se eternizan en la memoria, que uno agradece tantísimo. 

No entiendo los por qué, 

tampoco tengo miedo de estar cerrando algún círculo, 
ni el de la vida, ni el de mi vida, 
que me llevará pronto a la muerte, 
no temo nada, 
tan solo agradezco estos momentos en los que vuelvo a encontrarme con mis amados padres, 
con los que siento no me porté a la altura de las circunstancias, 
ni de las rogativas por no alejarnos jamás de los nuncas.
Gracias!!

No hay comentarios.: