2 de noviembre de 2010

Contemplaciones...

Recuerdo que cuando era chica,
en la pieza de la TV en nuestra casa de Guadalajara,
me gustaba sentarme en el sillón oscuro reclinable a contemplar mis piernas,
mis largas, delgadas y blancas piernas.
La sensación de levantarlas y observar su larga forma
me fascinaba.... sería también que el contraste con el oscuro del sillón las hacía destacar aún más.

Y en esos momentos a solas,
como pecando,
sentía un placer y felicidad al contemplarlas y recordar cómo otros habían comentado sobre las alargadas, blancas y por lo tanto lindas de mis piernas.
Pero en la crianza comunista, esta sensación de agrado, tenía un dejo de "prohibido", pecado, frivolidad, superficiliadad, ya que el gozo del cuerpo, la observación del ombligo no era bien vista.

Quizás por eso al perder la capacidad de observar mi cuerpo,
de encontrarlo hermoso, alargado, delgado, blanco,
se justificaba como voz interna, el hecho de que una "comunista" que se enorgullezca de serlo,
no puede caer en tales cosas.
Y si bien fui realmente la más ductil a estos pensamientos totalizadores, cuadrados y dogmáticos, que me cuadraban y encantaban, de pronto en tanto, en muchas veces, me hubiera gustado conservar esa vanidad capaz de amarme locamente y proteger mis partes, sus lados buenos, mis bellezas fisicas y no permitir el maldito lujo de contar solamente con los recuerdos de aquellas tardes en Guadalajara....

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