11 de abril de 2014

Ajuste de tornillos.

Así como mi sisterna Manucita, dice que a ella le deberían pagar por ver TV y hacer comentarios de su programación, a mi me gustaría que me pagaran por escribir. Escribir de todo, críticas, comentarios existenciales, críticas de cine, de teatro, libros, pero sobre todo por el placer de simplemente escribir.

Sacar a rodar el ego, las reflexiones personales y por el mundo.
Pensar, reflexionar, comentar, analizar y todo eso llevarlo a letras, palabras, oraciones, ideas, escribir, escribir.
Siempre pensé que este placer lo heredé de mi padre únicamente, pero con el tiempo y en compañía de mi madre, descubrí que ella también lo hacía, lo que pasa es que la diferencia es que en ella todo era compartimentado y secreto, sobre todo sus pensamientos y sentimientos más sinceros, hondos, profundos, sinceros y mi papá y yo más bien, lo que más nos gusto siempre fue que todos, todas, todos, leyeran nuestros escritos tanto para picar y provocar aversión, enojo, pelea, discusión, como para que nos adoraran más.

Y con el tiempo además encontré esta maravilla de blog y bueno antes de él, el computador, que aunque siempre adoraré escribir del verbo: lápiz, pluma, papel, borrador, tachones y la lentitud de querer trasmitir miles de ideas y pensamientos y que la mano no necesariamente acompañé tu acelerado ritmo y que obligándote a hacerlo cada vez más rápido, termine doliéndote la muñeca de tanto presionar y presionar el lápiz contra el papel. Pero hay que confesar que escribir tecleando, pudiendo borrar, omitir, corregir, al mismo tiempo es un agrado.

Y bueno, el tema que me convoca hoy es que quiero dejar plasmado en algún lugar lo que siente mi corazón, lo que pasa alrededor y en mi interior. Cosas, hechos, situaciones que se han venido aconteciendo desde que se murió mi mamá, que marcaron un antes y un después en mi vida, que abrieron y cerraron puertas y ventanas y resolvieron en mi, mi vida y para el mundo, acciones, decisiones, que impiden actuar de forma tibia. Nunca he sido una persona tibia, quizás más de alguna vez agache el moño primero con mi papá y después en algunos trabajos, pero al poco tiempo eso terminó y afloró la Colomba que soy, dictadora, impulsiva, explosiva, extrovertida y que por sobre todas las cosas del mundo me carga que me digan lo que tengo que hacer y cómo hacer. Mamita diría que hago caso omiso a sus consejos e insisto en restar en vez de sumar, pero tendría que contestarle que no siempre es necesario sumar y sumar, que a veces una racia, una limpia, dejar un espacio amplio para que circule el aire es positivo.

Todo esto porque después de mucho tener atorados sentimientos, sensaciones, vilesas, cretinidades humanas, acciones opuestas a las palabras y como soy dogmática, cuadrada, stalinista, no soporto las flaquezas en las personas, sobre todo aquellas flaquezas que van en contra de mis rigideses y asumo mi cuadrades, lo que estás acciones traigan como consecuencias. Porque fundamentalmente siento justamente desde que se murió mi mamá, que la vida si bien no es tan corta, uno al menos tiene que tratar de vivirla en coherencia con lo que siente y piensa. El tema es que hablando en un idioma entre líneas, diría que ajedrecisticamente, decidí mover ciertas piezas del juego, pero no solo moverlas en pos mío sino más bien botarlas y sacarlas radicalmente del tablero. Y el tema es que me siento bien, no feliz, porque en algún momento, ahora ya no, me dió pena constatar que el sentimiento mutuo había desaparecido o quizás nunca fue mutuo o nunca fue el que pensé era. Entonces no feliz, pero si al menos tranquila de haber tomado la decisión correcta. De esa tranquilidad que abre el pecho y te permite respirar hondo y sin culpas, sobre todo sin culpas y sin ganas de refregarle en la cara a nadie los pros y contras, lo que me gusto o no, lo que me pareció o no, simplemente dar un paso al costado. Podriamos hablar de madurez, de no mirar tanto el ombligo, quitar el nivel de importancia vital, darle a las cosas, personas, situaciones el nivel que merecen, sin alardear,sin que el rencor te ciegue y por tanto, no enviar la "carta", que solía mandar y que no era más que el festival de reproches por situaciones en las que me sentí profundamente sola, sin amigos, sin aquel lazo que se suponía era vital. Porque si sientes que esa persona no está a la altura de sus promesas, palabras, de las circunstancias tuyas, ajenas, en común, que sus hechos valen menos que las palabras y además no se da cuenta, ya estamos todos bien viejos para andar enseñándole a los ciegos, sordos y testarudos, lo que no quieren aceptar. Finalmente, el que no quiere aceptar y cambiar, un cobarde será.

Por mi parte me siento tranquila, en calma con mi decisión.
Que como dice mi atornilladora de tuercas (alías psicologa) es lo que importa. Aquello que te oprime el pecho, que no te abandona la cabeza ni de noche ni de día, que martiriza pues, hay que sacarlo no a empeñones, sino que en calma, de forma centrada.
Pero ojo, también hay que recordar que en el futuro, en mi esencia de buscar a la gente, porque me encantan, porque amo a la gente, porque amo estar rodeada de ellos, de ellas, de todos, debo aprender a partir de mi centro, de saber que no tengo por qué pedirle, rogarle, a nadie que sea mi amigo, amiga, porque valgo lo suficiente como para que ellos, ellas, se acerquen y descubran que soy una persona valiosa, cálida, buena amiga.
Y por tanto también aprender a no ser tan dictadora, cuadrada, stalinista, de pensar, creer y actuar, en la idea que lmis principios tienen que ser el de otros y sino, vamos dando un paso al costado, aprender a acptar la diversidad, variedad.
Pero al menos recojo como aprendizaje, el hecho no menor que el llamado de atención hizo eco en mi cabeza, remeció un par de neuronas y aquí estoy dejándolo plasmado para no olvidar.

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