28 de mayo de 2018

Lo que cuesta


Cuando apareces, me descentras,
basta que esté a punto de desprenderte
y apareces removiendo mis sutiles certezas.


No entiendes ¿por qué no contesto tus misivas? Es extraña la sensación de no recibir respuestas ¿verdad?


Una parte de mi disfruta vengarse,
la otra, solamente quiere alejarse.
Nunca entenderás,
porque son mis dolores,
mías las expectativas entristecidas,
las desilusiones.


No te intereso, tu a mí sí,
no me quieres, yo sí,
no te importo, tu a mí sí,
pero mi dignidad es más fuerte y en ella, no hay espacio para ti.


No quiero ni pensar en un encuentro,
aunque a veces lo ensoño,
después las voces internas susurran: 
no me quieres, tu no quieres a nadie.


Déjame en paz, 
no me busques, no me escribas, 
alojame en ese olvido,
 en el que me guardaste
y esta vez,
hazlo para siempre.



Ya no sé si fue amor u obsesión,
pero fue grande, intenso, latía con fuerza mi corazón,
mi piel queriendo tocarte,
llenarme de tu aroma y de ti
pero los desprecios y silencios,
terminaron todo.



A lo mejor nunca existí,
no para ti,
a lo mejor nunca me miraste,
no para ti,
a lo mejor nunca me sentiste llegar
y ya,
ya no me verás...



Déjame ir,
hasta ese lugar donde no me piensas,
no me ves,
menos me recuerdas,
quizás nunca fui,
no para ti
y ya no estaré más.



Regresa al lugar aquel,
donde dejé de importarte.

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