7 de abril de 2018

A veintitrés horas antes.

Es la primera vez que me detengo a escribir en estas fechas,
espero que sea la última también,
ya que los motivos carecen de alegría.

Una parte de mi sigue sumando vida,
disfrutándola y no pensándola,
porque sé que de hacerlo,
inevitablemente caería en días como hoy.

Tanto, tantísimo que flota suspendido en el aire,
en esa nebulosa que rodea a mi burbuja,
tanto que no logro comprender,
que a veces,
torna mis horas de tonos opacos.

La otra parte de mí,
que está a veintitrés horas de un nuevo nacimiento,
se detiene un instante 
y comete la torpeza de pensar,
pero no de interrogantes por mi futuro,
hablaría mejor de mi, si así lo fuera,
sino que por pensar
e inevitablemente sentir.


Pensar en el que habita en mi interior,  
ese que no sé si existe
o si existió 
y sin embargo su ausencia lastima...


Alguna vez dijo que lo suyo era la gente
¿cómo puede ser eso cierto? Si no tiene educación, consideración, por gentes, entre esas, yo.
Intento alejar las formas, 
a veces también a las ideas, 
con las sensaciones es más difícil, 
a los recuerdos los traigo encima a cada instante,
conjugándose con las memorias,
las cuales, me trasladan a él.

Pero sé que terminaré topando con aquella muralla,
que responderá: "no lo conoces en lo absoluto, porque no existe, porque de él hiciste una idea, una imagen, que  solo habitan en tu interior".


En el pasado inexistente del hubiera o debería,
tomo el debería y le agrego quisiera.
Debería bastarme con la imagen,
con la esencia, 
aunque una sea falsa y la otra inexistente,
para salir a pasear y soplar dientes de león,
admirarme con la copa de los árboles,
abrazarlos.
Pero la insatisfacción que a mi ADN remito,
quiere, quisiera, quiero, quiere más.


Sé que pasará,
que lo olvidaré 
guardaré, como a los demás
y justamente porque todo indica que será así,
hago uso de los tiempos inexistentes como querer
y le agrego: querer con el corazón, con las venas llenas de sangre
solamente pensar en los momentos que sentí, presencié
llené de evocaciones. 



Por eso pido, 
jamás odiarlo, menos despreciarlo, 
simplemente olvido, 
desmemoriar su imagen,
enmudecer a sus palabras,
quedándome con el que habita en mi interior...

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