13 de marzo de 2012

Paciencia.

¿Existirá una pocima secreta para combatir mi mal?
Los años pasan y aquí seguimos con las mismas ansías, los restrujamientos estomacales, los pensamientos que gobiernan el mate y las ideas, ensoñaciones que crecen, crecen y crecen como si se las regara con agüita santa.

¿Por qué no fui beneficiada con el don de la paciencia?
Bien decía mi papá que lo mío no era el corte delicado,
el aseo prolijo,
aunque si el orden,
que no me encargaran nada, absolutamente nada, que implicara destreza y minuiciosidad oriental,
también será porque no se puede ser todo, no tengo de oriental naranjas.

Pero a veces sería más que conveniente fomentar la paciencia,
la sabiduría de comerse en ansías,
de saber esperar,
y sin embargo surge en la memoria aquel dicho de camión mexicano:"el que espera, desespera".
Sobre todo y como bien dijera mi psicoloca de velador, el problema mayor radica que en la desesperación por la espera, en la creación de una infinidad de mundos paralelos, cuando se concreta después de larga espera, la llegada de aquello tan anhelado, toma que el producto es tanto menor, casi un bicharaco en comparación con lo añorado y todo, toda la magia posible, desaparece en un pis pas.
Una amiga recomendó contar ovejas................ mmmmmmmmmmm creo que no es lo mío porque por suerte tengo buen sueño y en la segunda rechoncha y lanuda, ya he caído en brazos de Morfeo.
¿Qué solución habrá para los de mi especie?

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