3 de enero de 2019

Despedida.


Más que molestar, en realidad, me dolió la actitud. Pero por algo pasan las cosas, como cuando la mala conciencia, echa al agua a los cobardes y quien no debía, termina sabiéndolo todo. Por eso este silencio, que espero siga sumándose por años. 

Fue muy triste aceptar lo evidente, aquello que saltaba a la vista: no hay amistad verdadera. Porque la real, incluye cariño y respeto. Pero están los que anteponen sus planes y  proyectos por sobre el resto.

Y pensar que perdí tiempo pensando en los ¿Por qué? Hasta recordar que existen aquelles que creen que el universo comienza y termina en su ombligo, sus necesidades y conveniencias. Sumado a que las personas no somos más que conocidos, a quienes sacarles algún provecho.  La equivocada fue una, que creyó en lisonjeros discursos, vacuos.

Pero a excepción de la muerte, todo el resto tiene solución, como el deseo sincero de iniciar el 2019, junto a los que sí sean amigues, te quieran y respeten. Quizás no existan, igual pegaré el salto y me arriesgaré, no le temo a la soledad,
no soy de acomodarme por temor,
ni de callarme para quedar bien,
para no ser tildada de loca,
loca aquella que dice las cosas por su nombre.
A ojos cerrados elijo mil veces a la soledad, como compañera, antes de estar como describe el refrán.

Espero que sepan guardar silencio, si no tienen tema, callen. Ya me encargaré de aclarar que no somos más amigos. Aunque implique  –a modo de final de historia-, la dicha malévola de algunes. Será el costo, -regalo de despedida-, que dejan mientras entonan el himno sin amistad, cariño y respeto, se vive mucho mejor.

Colomba r.a.
Diciembre 2018.

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