3 de enero de 2019

Aquel jueves 3 de enero.


Cuando lo pienso, creo que no sé cuándo sucedió,
que la fecha está tan lejana, el año, todo,
es un olvido voluntario, una especie de alergia a por la fecha, a constatar el tiempo transcurrido, pero sabes tú, también yo, que imposible es obviar la memoria, la memoria por nuestros seres más queridos.

Y tu eres una de ellos,
la Quetzi, que vino de México,
que nos acompañó en esta aventura que ha durado tanto tiempo,
primero fuiste tu la que se fue, después los abuelos, mis papás,
hoy es tu día, el triste día en el que dejaste de estar
y sin embargo no puedo evitar mezclarte con la historia de aquellos viejos tiempos, recién llegados, un poco apesadumbrados y otro poco esperanzados. Tiempos, tiempos, años, de los que no quedan más que sombras, nostalgias, recuerdos, porque los fundamentales, los que nos embarcaron a todas, ya no están.

Y nuevamente un jueves,
uno como ese que primero dije no recordar el ¿cuándo? Una mañana de jueves 3 de enero de 1991, recién llegados a la casa, mi papá querido y nunca olvidado más loco que nunca, mi mamá trabajando seguramente y tu, en medio de todo. Y bueno, conoces más que bien la historia. Volver, llegar ese día jueves 3 de enero y encontrar la tremenda tragedia, lo pienso y se me aprieta el estómago.... nuestra querida Quetzi, compañera fiel de paseos, caminatas, viajes, aventuras y hasta travesías en avión. Tu, siempre tu Quetzi, Quetzalcoatl, la perrita más linda del universo. Con su colmillo salido, el placer por roer los tobillos de tus paisanos los ingleses o norteamericanos. Quetzi, Quetzi, querida, adorada, amada. La vida sigue trayéndote cada hoy, cada 3 de enero, en el que por esas jugarretas del destino, 28 años después y seguramente muchas otras veces, vuelve a repetirse el día.

Te quiero y nunca te olvido !!!!

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