28 de noviembre de 2016

Santa Blanca.

Querida Mamita,
En este tu día santo, que no estás y que sigo recordándote, 
y al mismo tiempo no puedo dejar de pensar en la vida,
en la que estamos paradas,
estamos la Manu y toda la gente querida y yo,
nunca imaginé que me pegaría tan fuerte la muerte de Fidel,
la Manu dice que es una manera de vivir el duelo por mi papá,
pero yo creo que en parte puede ser eso
y en otra es realmente la pérdida de Fidel,
que como nos lo dibujaron ustedes durante toda la vida,
era nuestro padre universal
y como el mundo está convertido en una soberana piltrafa,
pensar y sentir que aquel ser inteligente, visionario,
que vivía en Cuba,
de alguna protegiéndonos a todos,
confieso que de alguna forma sentía una cierta tranquilidad,
una protección más allá de lo explicable, 
saber que alguien tan cercano a mis papás,
que pensaba igual,
que amaba a América Latina de la misma forma,
ya no está,
realmente provoca que el alma, el corazón, la sangre, 
se contraiga,
sensación de apretuje interno
y unas ganas de llorar a gritos, a mares.

Tengo tanta pena,
me siento de un desolado,
como si nuevamente se murieran tu y mi papá
y yo fuera chiquita
y necesitara protección, cuidados, contención.

La verdad sea dicha no tengo esperanzas,
transito por la vida simplemente,
no tengo horizontes,
mi México ya no está,
los amigos muchos han desaparecido,
ustedes tampoco están,
como que de pronto los sentidos se apagan,
los motivos no los veo,
si fuera egoísta y solo pensara en mi dolor, mi pena y vacio, solicitaría el fin de mundo,
pero como por suerte no tengo ese poder
y no soy tan egoísta como para centrar todo en mi ombligo,
entonces no me queda otra que no sé,
llorar,
pensar de noche en el devenir,
llorar, llorar y llorar
y no sé si en algún momento encontrar una solución, una forma, un algo posible para continuar... 

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