29 de julio de 2012

Para tí papá.

Querido Papá,
Desde que tuve antecedentes de que habían reconocido y aceptado como propios los restos de Fernando Ortiz y de dos de sus camaradas comunistas (Lincoyán Berríos y Horacio Cepeda), pensé en ti.
Pensé en lo que ha sido nuestra historia de vida. La de una generación que soñó y unos más que otros, lucharon y arriesgaron por conseguir un mundo mejor. En la historia de los hijos de ustedes, como Las Tres gracias, como los de tus amigos, compañeros de sueños, militancia, esperanzas. La historia de los que trabajaron para darle vida a la Unidad Popular. Y lamentablemente la que comenzaría a escribirse a partir del golpe militar, unos desde el exilio y para otros, la detención, tortura y desaparición. Aquellos otros a diferencia tuya y de mi mamá, con todo respeto lo digo, que se la jugaron a mil, que decidieron quedarse en el país, pese al peligro que eso significaba. Aquellos militantes del Partido Comunista Chileno -clandestino, que ahora sabemos lo que vivieron durante meses o años, tiempo de angustia, cambiando apariencia, puntos de encuentro, tensión, nervios y finalmente ser apresados y desparecidos y que desde el recién pasado viernes los hemos recuperado.

Con Manucita nos aprontamos a Lynch norte 169, la casa de La Hormiguita, en nombre tuyo y de mi mamá acompañar a los Ortiz Rojas, en especial a la Licha, mi querida, irónica, tristona y linda Licha. Y todo el tiempo pensaba en ti, en que de estar, seguro habrías ido, de estar animado y energético para convertirte en la alegría de esa tarde-noche triste y especial.
Recuerdos ningun tengo de Fernando Ortiz, historias, historias muchas, contadas por tí siempre y ahora por mi mamá.
Vimos un diaporama con fotos de los tres compañeros. Me encantó verlo, adentrarse un poquito en cada uno, en sus vidas, con esa cosa medio fetiche que tengo al respecto de los muertos, pero con todo el santo y debido respeto que merecen. Imágenes de los hijos con Fernando, con la María Eugenia, en El Quisco, entre árboles. Me llamó tanto, tanto, tanto, la atención la sonrisa encantadora, en cada una de las fotos de la Licha, tan linda mujer, tan seria, al parecer hosca, dura, fría y en cambio la mujer más encantadora que he conocido. No de apretar mejillas, de derretirse como taza de azúcar, pero en cambio buena amiga, solidaria, sólida, directa, encantadora, con una agudeza, malulez, ironía, que confieso amo desde que la descubrí en el CODEPU y pese a que la vida nos separa en edad, historias y demáses, siempre trato de mantenerme, mantenerla cerca. Como supongo te debe haber pasado a ti con Fernando.

Y no puedo dejar de sentir, sin ánimo de ser ondera, que este fin de semana hemos sido espectadores de un acontecimiento histórico. Aunque muchos digan que lo será solo para los que pertenecieron a la Unidad Popular, quizás sea cierto, porque unos mucho más que otros, fueron las víctimas de la dictadura, los que se quedaron, los que permanecieron, lucharon, defendieron sin armas y fueron detenidos, torturados y desparecidos. Pero desde mi corazón amaranto y tratando de llevarte conmigo, querido papá, siento que el haber recuperado sus restos, es realmente un hito nacional. Que la bandera de la Plaza de la Constitución debería ponerse a media asta, porque aunque estamos emocionados, también estamos tristes, porque se les quería de vuelta con vida. Y aunque los medios de comunicación se hayan hecho de la vista gorda, los que llenamos, repletamos, nos apachurramos por estar con los Ortíz- Rojas, los Lincoyán y Berríos en Lynch Norte 169, el día viernes 27 de julio, sabemos la importancia que tiene este momento. Y tu también ¿verdad papito?

Recuerdo vagamente, estando en Guadalajara, cuando se enteraron que Fermando Ortiz había desaparecido.  Los recuerdos son ultra vagos y nebulosos, pero sé que desde ese día un alo de seriedad, de aquella que uno sabe que reírse es malo, se apoderó de las iniciales F.O.L., del señor que hacía las reuniones politicas en la casa de Bustos, del que iba con su hija Licha a un club de campo cerca de la casa de los abuelos en El Arrayán. Del papá de la que sería mi compañera, jefa de trabajo en el CODEPU. El cuñado de mi loquera Pachi.

De esos lazos de cordón umbilical que se construyen, solidifican y que por tal, son para no destruirse jamás de los nuncas. Y bien sabemos tu y yo mi querido papá, que somos expertos, mandados hacer para guardar amigos, sentimientos, situaciones, por siempre jamás, en el corazón, en la memoria, en los recuerdos atesorados en las cajitas que nadie, nadie conoce la llave de seguridad. Así eran ya desde Guadalajara los Ortiz-Rojas para mí, que no los recordaba en lo absoluto, de los cuales no tenía ni fotos. Y que después al regresar iríamos renovando poquito, lentamente ese cordón. Con la imagen de Fernando en el ocaso, aunque pase lo que ocurra en el camino de la vida. Aunque algunos se porten de manera grosera, aunque parezca que olvidan con una ligereza digna de pequeños burgueses, aunque no se vean a diario. Pero cuando es requerido, necesario, de piel, necesidad de estar, acompañar, dar señales de existencia, uno está ahí. Como Manucita y yo, a nombre de Los Cinco, de ti papito.

Lo que no quiere decir que por encontrar sus restos, estamos preparados para dar vuelta la hoja, hacer el consabido y tan valorado "borrón y cuenta nueva" de tanto placer ligero que puebla este país. Porque si bien Fernando Ortiz, se forjo como un pilar fundamental en esta mochila de injusticias y de tristezas, todavía hay muchas otras personas a las que se les espera con las mismas ansías y con el deseo de que ojala aparecieran con vida. No estamos cerrando el capitulo vital de la historia de este Chile, simplemente estamos sumando capitulos, muchos más están por escribirse.
Seguramente de haber estado vivo querido papá, habrías escrito algo mucho más lindo que lo que trato de contarte, de dejar aqui, pero hago mi luchita, lo que me sale del cucharón, tratando de estar, a la altura de las circunstancias.
Te quiero siempre Andres Orrego Matte, mi padre querido, del cual heredé todas estas cosas, las más lindas y sentidas de la vida: la memoria, la historia, la nostalgia y la capacidad de tratar de atrapar estos momentos históricos para siempre, para jamás, para nunca. Para tí.
Desde la tierra para donde quiera que estés....

4 comentarios:

AI dijo...

Colito, querida: lindo texto, hermosa evocación y valiosos recuerdo.
Beso,
AI

Colomba dijo...

Gracias hermanito lindo, que alegría inmensa saber que me lees, comentas y mandas señas. Te quiero mucho!!

Emiliana Cereceda dijo...

coli no sé porqué llegué aquí pero que hermoso lo que escribiste me emocioné mucho... te hecho demenos! Emiliana

Colomba dijo...

Gracias Emita, que bueno que existan motivos inexplicables que te traigan hasta aquí. Y ya nos veremos, no desesperes. Besitos!