Enferma del alma,
del pecho también.
Pensaba que con el triunfo perdido debería haberme matado,
es increíble lo avestruz que puede llegar a ser uno,
el escape para no asumir es interminable.
Me odio,
odio por haber sido tan ciega,
haberme dejado llevar por las palabras lindas, que alegraban mis logros
y lentamente fueron alejandome de estos mismos.
Retomar,
retomar ahora después de todo el esfuerzo.
Es como si todo fuera un sueño,
a estas alturas una pesadilla,
volver,
regresar a la misma base anterior,
cuando tendría que estar retrocediendo y no retomando.
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