22 de octubre de 2011

Al final del camino.

¿Y si los conjuros existieran?
así como la posibilidad de volver a creer, confiar,
confiar en que en esta noche oscura, de estrellas pocas, de calor intenso durante el día,
ahora que la calma vuelve,
los silencios de la música, de los pensamientos,
aquellos pensamientos que no paran de preguntarse dónde estará,
dónde el bien amado,
¿estará? ¿existirá? ¿habrá nacido?

Y si fuera posible que en esta noche de sábado,
de noche cualquiera y número par,
encontrara aquello por tanto tiempo buscado, esperado, ansiado,
¿por qué no poder confiar?
esperar que el conjuro materialice este corazón deseoso de ser querida, contenida, amada, abrazada, acariciada.

¿Por qué no poder volver a confiar?
creer, esperar, soñar, saborear ese cosquilleo delicioso por sentir la cercanía de otra piel,
otro aroma,
otro cerca mío, muy cerca mío,
el rose de su mano sobre cualquier espacio de mi piel, del cuerpo,
besarnos.
Volver a sentir,
saberse cosquilleante, querida, deseada, acariciada.

Intensamente quiero
y a la vez intensamente quisiera que mi necesidad no sea la causante justamente,
de que todo cuanto anhelo se marchita antes siquiera de verse materializado.
Por favor pertitus pulgosu,
por favor todo poderoso, inclina tus ojos hacia donde estoy,
ayudame a encontrar aquella persona por tanto tiempo ausente,
dejalo llegar hasta mi.

A encontrarse conmigo en el final del camino, para iniciar uno mucho más largo y hermoso.

No hay comentarios.: