22 de agosto de 2011

Corazonadas palpitantes.

El corazón late fuerte por dentro y fuera,
palpitos intensos,
sarandeos conjugados con el alma, la sangre...

Los olores en mi piel,
su aroma impregnado en la memoria.
Viajando junto al Moro,
hubiera cruzado del mundo hacia marte, de ida y sin regreso.

La ´pequeñez de la ciudad, obstaculizaba el deseo de que el tiempo se eternizara por siempre,
intensa y absolutamente,
todas las exageraciones imposibles, esta noche eran permitidas.
A pensar en todos los detalles, las palabras, el cierre de ojo, las sonrisas fugaces, perplejidades, besos de media boca.
En la calma, esa sensación de felicidad mezclada con exitación y un poco de nostalgia, suspiros hondos, de querer más mucho más de lo que pasó,
suspiros recuerdan el bajar las escaleras,
la ciudad con otros ojos.

Atrapar las sensaciones por minutos eternos,
cerrar los ojos,
la piel morena en contraste con el claro de los ojos y la blanca sonrisa,
su sonrisa, la mía, la nuestra.
Nuestro. Repetir. Volver, comenzar de cero.

Caminando por las calles, cabisbaja,
desesperanzada,
guiños de ojo,
sonrisas, miradas cómplices,
destellos de estrellas fugaces,
la noche más intensa,
palpitante,
corazones estremecidos,
besos de media boca, cercania.
Cercania, tuya, mía, nuestra.

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