31 de enero de 2011

Así simplemente!

Pensaba juntarme almorzar con unas amigas, en un restorant que hace tanto tiempo le tengo echado el ojo.
Que nos juntáramos a tomar café descafeinado en El Observatorio.
Que el teatro era para ir acompañada, para chusmear antes, durante y después sobre las obras.
Para ir a un concierto.
Qué decir para viajar.

Y de pronto me dí cuenta que estaba posponiendo la mitad o más de las cosas que quiero hacer, porque estaba sola y sobre todo porque me sentía sola y que si las hacía todo el mundo se enteraría de mi estado solitario.
Entonces tenía que limitar cada uno de mis pasos,
encerrarme en casa y quizás esperar que me partiera un rayo o confundir el azúcar flor con el veneno para ratas y morirme de una buena vez.

Y no es que no me dé cosita hacer todas las cosas sola.
Con algunas no tengo problema, como con el cine, porque hace tantos años que asisto a todas las películas que quiero ver solita con mi música y humanidad, que eso no me importa en lo absoluto.
Pero este comienzo de año, tuve que ir al teatro sola porque después que una amiga me embarcó para ir juntas y después se arrepintió, siendo que yo ya tenía las entradas en la mano, no me quedó más que ir, ya que botar la plata es pecado mortal.

Pero ahora empiezan otros desafios,
como ir a comer sola a los restoranes que me gustan,
a tomar cafés descafeinados,
helados,
sentarme sola en la mesita, quizás escoger una escondida en un rincón, que para el caso dará lo mismo porque igualmente sentiré (egocentricamente) que todas las miradas apuntan a la que está sola.
Pero ocurre que aunque me señalen, murmuren que voy sola a todas partes (como si me reconocieran), es tan fácil como "lo haces o no" y si la opción fuera la segunda, sabemos bien donde está el veneno para ratas.

Hoy descubrí que finalmente, pese a todos los dolores de alma que cargo en mi corazón, algunos heredados y otros adquiridos con verdadero padecer, la mierda esa que de que "la vida continúa", además de soñar a teleserie venezolana, es la puta verdad y en ese transcurrir sin miramientos, se va mi vida...... y el que se vaya así nada más, así como si no tuviera peso, como si fuera más liviana que pluma de pajaro.......... eso duele muchisimo. Por lo menos a mi me duele muchisimo, porque siento mi propia voz, la valiente, la que hacía y deshacía sin miramientos porque era joven, porque tenía al mundo en sus manos o porque al menos confiaba en que así tenía que ser y que la vida había que vivirla.

Por lo cual, si  me conocen y reconocen almorzando en algún restorant acompañada de mi eterna sombra, quizás podrían saludarme. Así como si me ven en el café El Observatorio o tomandome un pecado de tarde en La Escarcha o Bravisimo, lo  más seguro que en el Copellia.
También puede que en un tiempo no muy lejano sepan que me mandé cambiar con rumbo a México, que finalmente volví a mi amada Guadalajara a reencontrarme como mis amigas de entonces. O quizás en Buenos Aires o tal vez Uruguay.........

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