23 de diciembre de 2006

LaS aPaRiCiOnEs De GrEgOrIo....


Hace muuuchos, muuuchos años atrás cuando era mas chica y vivía en Guadalajara, Jalisco México, mis papas me regalaron un gatito.
Era el primer gato que tenía en mi vida.
Lo bautizamos Gregorio por la calle en la que vivíamos, Madrigal por los amigos que nos lo regalaron y Orrego por su nueva mamá.

Mi gatito Gregorio Madrigal Orrego, era de color amarillo con rayas anaranjadas suaves. Tenía ojos amarillo intenso y la pupila negra que se agrandaba y achicaba todo el tiempo en forma de rombo circular.
Nos amábamos mucho.
Yo lo amaba (y amo) con todo mi corazón.
Gregorio fue un gatito muy bueno ya que tuvo que soportar una existencia un tanto sacudida, ya que nació medio totalmente descuaregingado, lo cual lo hacía cojear y con los años arrastrarse, ya que tenía cuasi de adorno sus patitas traseras.
Pero no por eso mi Goyito dejo de ser lo mas importante de nuestra familia, de la casa, de mi vida, para que lo quisieramos, jugaramos con él.
De chiquito dormí conmigo en la cama, se acurrucaba bajo las sábanas cerca de mi cuello, con los años cuando los calores externos e internos se hicieron insoportables, decidió emigrar a los pies de la cama.
Goyito por su condición debía comer cosas especiales como lo eran: hígados de res frescos.

En agosto de 1985 mi familia y yo tuvimos un accidente automovilistico del cual se puede decir que "algunos" salvaron de milagro. Con todo lo ocurrido, mis papas decidieron comprarnos lo que por tantos años nos fue negado.... una perrita. Su nombre: Quetzalcoatl, raza: coquer spanish americana, color: café claro.
La Quetzi era realmente hermosa, tierna, juguetona, pero a mi Goyito no le cayó precisamente en gracia su arribo a la familia.
Y para manifestar su enojo, trasladó su humanidad a otra parte de la casa, convirtiéndo una gran caja plástica de papeles varios, su nuevo centro de operaciones, dicha caja estaba en la pieza de la ropa, dígase el clóset familiar.
Para esos entonces mi Goyito estaba cada vez mas cojito, mas mal, cada movimiento era un sufrimiento. El verbo "caminar" se alejo de su vocabulario dando la bienvenida al "arrastrarse", con lo cual la existencia de mi Goyito se tornaba cada día mas injusta...


Hasta que un 20 de marzo de 1986 mientras yo asistía al cumpleaños de un amigo, mis papas llevaron a Goyito al veterinario donde le inyectaron "algo" que lo hizo dormir para siempre.
Desde ese día que tengo la clara convicción que mi Goyito no ha muerto y que desde algún lugar etereo, increíble nos mira, me cuida, nos protege, me acompaña.
De hecho sé "que todavía anda por ahí".

Así fue que comenzaron LAS APARICIONES DE GREGORIO.
Nunca ocurrieron mientras estuve en México, allá tenía fotos, unos pelitos que tenía de él, la casa entera para recordarlo.
Pero una vez en Chile.......Goyito comenzó a aparecer.
Mi Gregorio hacía acto de presencia cuando yo andaba triste, cuando salía a pasear porque arrastraba la cobija a mas no poder..... aparecía en alguna vereda, apoyado en la reja de una casa y al verlo lo llamaba: "Goyito, ¿eres tu?" y él se acercaba, ronroneando alrededor de mis piernas, dejaba que lo tomara en brazos y le diera besitos.
Me quedaba con él conversando de la vida, de lo que traía atorado y él con su carita dulce me miraba. Y cuando la tristeza se iba y comenzaba a sentirme mejor, nos despedíamos y Goyito desaparecía.

Así fue como ayer en la mañana, tras una noche de pasarme todos los rollos mas ingratos y terribles por la ausencia de mi Gremnlin, escuché tras la ventana de mi pieza que alguien decía: "Uy que gatito tan lindo, pobrecito".... y pensé: "Es mi Gremnlin que esta aporreado, atropeyado".
Me vestí y salí rauda a la vereda y encontré un gatito. Un gatito amarillo pero opaco, muy apaleado, flaquito, muy dejado de la mano de la vida. Me le acerqué para asegurarme que no fuera mi Gremnlin y dejo que lo tocara y hasta revisara su patita derecha y su cola "rasgos característicos del Gremnlin", sin asustarse, ni atacarme.
Pero no, no era mi Gremnlin, era un gatito amarillo, muy peludito, muy cariñoso, muy amoroso, sediento de agua, de hambre, de amor, que no dejaba de pasearse por mis piernas ronroneando.
Fui a la casa por comida y me despedí y entre.
Al medio día cuando mi Gremnlin había aparecido, salí nuevamente a la calle y el gatito ya no estaba. Lo busqué por todas los antejardines de las casas vecinas, todos en los cuales pudiera esconderse, resguardarse, pero no estaba.
Y fue ya en la noche cuando me disponía a dormir que me cayó la teja.... "había sido una visita de mi Goyito".
El problema es que ahora el supuesto Goyito esta afuera en la vereda muriéndose, un vecino vino a contarme, salí a verlo y si, esta realmente dejado de toda posibilidad de sanación.
Acabo de llegar, acompañé al veterinario a su consulta para inyectar al gatito, no había nada que hacer por él, estaba realmente mal.
Uff fue difícil verlo ahí agonizar y después en un instante morir, toy estupefacta pero siento un maldito alivio,
un maldito alivio por él, porque ya no sufre.
Pero siento una pena tremenda porque ya no esta.
Autoreferentemente no pude dejar de pensar en mi Goyito, en el día que murió y que yo no pude acompañarlo.
Siento como si todo lo ocurrido no hubiese sido gratuito, como que bajo este suceso hay un "algo".
No sé ¿qué?, pero ver morir es demasiado fuerte,
ver morir a un ser indefenso como un animalito es demasiado fuerte. De pronto tuve la necesidad de abrazar fuerte a mi Gremnlin, a mi Goyito, a la Quetzi.
En el colmo del ego ¿será que Goyito me invito a cerrar cierto círculo pendiente?.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

todavia estoy en proceso de digerir toda esta historia impresionante

Anónimo dijo...

Digo lo mismo.....
Igual que bonito saber que uno tiene una estrella en el cielo.....
Yo tengo que contarte una historia gatuna que nunca te mencione y de la cual aún me siento culpable.
Cuando nos cambiamos al dpto de ricado lyon y lobito habia muerto hace poco, un dia estaba revisando unas cajas y senti la prescencia del lobito, y para confirmarlo se movio la caja. Yo aterrada de que se tratara de un ratòn grite fuerte, tanto que lobito huyo y no ha vuelto, sólo a veces, en medio del semidesvelo, en que siento que me mira desde los pies de la cama, tal como hacia siempre.
Igual siento que he sido tan ingrata y poco delicada con los hermosos animalitos que me ha tocado tener, que a veces siento que me voy derechito al infierno.
¿perdonaran las mascotas nuestros estùpidos actos, nuestra cobardìa,nuestro egoismo?
Besos
M.