26 de noviembre de 2018

Desvelo.

Me desperté de repente y no logré volver a conciliar el sueño. La sospecha apoderándose de mi mente, comienza hacerse certera y bueno, no están los tiempos para ello. Y sin embargo sé que estoy un  muy cansada. Pienso quizás, podría ocupar el tiempo en escribir y buscar otra vía, no lo sé.

También confieso que estoy depre por no haber alcanzado mi meta, por los no amigos,  porque constato que la gente ni  me acepta, menos valora, qué decir me vayan a querer. Me duele y lleno el alma de odio y deseos de venganza.

Sumo el constatar que la falta de cariño y los excesos, hacen que de tanto en tanto, vuelva a marginarme del mundo. Si hiciéramos un recuento cronológico de mi vida, quedarían al descubierto largos baches, en los que por opción propia, me borré destruyendo fotos, ausentandome de todo lo que me rodea.


Si alguna vez alguien repara en mi paso por la tierra, constatará que estuve, pero no tanto. Es raro o terrible aceptar ¿cómo manipulamos nuestra vida? De acuerdo a la imagen que tenemos de nosotros versus la que los demás ven. En mi caso, siento y siempre ha sido así y con los años mucho más, que en realidad nunca he existido, que la figura de la Colomba invisible, comienza hacerse constante más y más. Aquello de la marciana, inaparente. No negaré que una parte disfruta regocijada, el placer por este no ser, no verse, la cual suma a mi personalidad azotada e intensa. Tendría que preguntarle a Jerónimo ¿qué piensa él? Si le pasa igual que a mi o no. 


Escribirte aclara mil veces más mis pensamientos, que pensar y ahondar en ellos. Por un instante largo, olvidé la promesa hecha entre Jerónimo y yo. Olvidé quiénes somos y el horizonte que nos espera, en el que si lo requiere podríamos terminar con todo a los 50 o 51 años. Porque bien sabemos que no existimos en este mundo, sobrevivimos inmersos en un tiempo y espacio que no nos pertenece. Pero sabemos que nuestra esencia intensa, encontrará la salida apropiada.


Te queremos siempre!!!

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