4 de enero de 2017

Reflexiones enerinas.

Hoy en la relajación del yoga, donde la mente se va a blanco, la mía se llenó de cuestionamientos. Cuestionamientos tales como el mundo, las personas y la interacción de los unos con los otros y las otras con las unas, sumado a los lugares que habitamos, vivimos y ocupamos en el universo.


Y cómo desde ese universo, buscamos a la tierra, un continente, país, ciudad, casa. En mi caso particular, constaté que pienso en nación y el tricolor verde, rojo y blanco, llega raudo, porque lo mío siempre será más por México que por Chile, pero eso sí mucho más por chilen@s y lugares, como también con México. Y que uno donde mejor se siente, más cómoda, es dentro de sí. En donde a través de los cinco sentidos, construimos un futuro de aromas, sabores, texturas, sonidos, paisajes, lugares; que vamos viviendo y transformando en presente y al vivirlos se vuelven pasado.


Ayeres que evocamos cada que volvemos o vuelven a nosotros y así mil veces hasta el fin. Sumado a las ideas, pensamientos, palabras, que surgen de nuestra otra casa, que es la mente, cabeza, otorgándonos herramientas para evocar los olores o darle imagen a los lugares, forma a las texturas, gracias a cada libro leído, a las creaciones personales de pensamiento, frases, párrafos, carillas. Somos un universo andante, que trasmuta, crece, florece o marchita todos los días. A veces más solitarios, otros acompañados, abrazando árboles, queriendo amig@s, apapachando perrit@s, gatit@s, mezclados, separados, intima y personalmente

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