Hoy, le escribo a tus -lamentablemente-, 10 años de ausencia. Suena a la vez algo muy añoso y ni bien lo vuelvo a decir, suena poco tiempo transcurrido, comparado con la sensación a una eternidad sin ti. Entonces miro para atrás hasta ese jueves 26 de julio del 2013, en el Hospital del Tórax y es como si las imágenes hablaran de una historia tan remota, casi como de un tiempo en el que no estuve. Y vaya que estaba.
Y de pronto, ese mismo recuerdo, de aquella tarde en que el cielo lloraba lluvia tupida y nosotras tus tres hijas, más otros miembros de la familia, rodeábamos tu cuerpo en la cama en la UTI (cobijada bajo el manto del hospital que Titin fundara), acompañarte/rodearte/acariciarte, mientras ibas apagandote. Como de literatura decimonónica, de Dickens o Tolstoi y no, era tu vida. Tu vida que se nos esfumaba. Tengo esa imagen/escena, bordada en la mente, escrita con tristeza en mi corazón.
En esa escena cinematográfica/literaria, en donde los tenues rayos de un sol pálido, en un Atarde de jueves, cuando el cielo llovía/lloraba a cántaros, esa luz atravesó desde la cúpula de la capilla del Hospital Salvador, hasta posarse sobre tu cama/ tu cuerpo y cuando el reloj marcó las 6 de la tarde, dejaste de estar. Una escena dramática inimaginable y estábamos/estabas, viviendo/muriendo contemplándote. Contemplar cuando no queda otra cosa que hacer. Observar, acariciarte, hablarte al oído, peinar tu chasquilla (flequillo), prometerte que estaríamos bien, mientras ibas desprendiéndote de la vida y de nosotras. Tu, mi mamita amada, la más buena, infinitamente generosa, mi mamita.
El acuerdo infantil que tuve con mi diosito, ni bien supe el significado de esa cosa horrible, terrible, que era la muerte, de caer en un agujero negro, muy negro y no volver a salir, era morir antes que ustedes. Porque pensar la vida sin ti, sin mi papá, dolía la guata, la cabeza. No podía pensar en la sola idea de vivir, quedarme sola sin ustedes. Y me quedé sola sin ustedes. Y sigo sola sin ustedes. Sola, de ese vació/ausencia, que sentimos quienes amamos mucho, compartimos historia/años/vidas/sabores con otros y cuando no están, por más que los traigas con el pensamiento/corazón, ellos no volverán y el vació habita ese espacio que en otros tiempos estabas tu. Ahora no hay materia, el aire atraviesa y nada, nada, nada puede volver a llenarlo.
Tu y mi papá dejaron llenos mi corazón, la casa, mi vida, la cabeza/memoria y sin embargo, es un lleno confuso porque no puedo escucharlos, olerles, tocarlos. Los tengo/los recuerdo, les hablo, los pienso, pero no puedo abrazarlos, mirarlos, besarlos.
Mi mamita, Blanca Sánchez Reyes, te he pensado tanto este 2023 desde que comenzó. Te he pensado tal y como te conocí, dígase como mi mamá, pero también como la Blanca María Olga Isabel Margarita Verónica del Perpetuo Socorro Sánchez Reyes, que nació un 19 de octubre de 1933. He jugado a imaginarte de niña, como en esa foto, color sepia, donde apareces con la Alicia -tu hermana, mi tía-, las dos vestidas de blanco, con moños en el pelo. Un pelo rubio y tu, con bucles y las dos sonrientes. O imaginarte cuando eras adolescente e iban de vacaciones familiares a la casa en Zapallar y vivías aventuras con tus hermanos mayores, nadando en el frío mar, subir a las rocas para ver los atardeceres, trepar árboles. Tu, siempre femenina, con tu cintura envidiable, tus pantalones de brinca charcos diseñados y hechos por ti, o las blusas entalladas que combinaban con una mascada al cuello o quizás con alguna de tus faldas con pliegues, de aquellas que el viento levanta cual paraguas, pero sin llegar a mostrar de más.
Blanquita, la hermana menor de cinco hermanos. Protegida por sus hermanos: Jorge "Pino", Jorge Patricio y Jorge Eduardo "cochayuyo". Blanquita, Blanca, aventurera, intrépida, que viajaba las calles citadinas y la carretera, sobre su Vespa. Blanca, la popular, la guapa, la bella, de la que todos estaban enamorados.
Mi Blanquita, la que Sara Mena de Sánchez, (mi tía), contaba lo sociable que eras, divertida, centro de mesa, en las reuniones en familia o con los amigos en común. Y nosotros que nunca conocimos esa faceta tuya, porque la fuerza Orrego, te silenció y sin embargo, fuiste la mejor amiga, oreja, hombro, consejera de cuanto amigo y estudiante, de mi padre en la Universidad de Guadalajara y seguramente en la U. de Chile. Todos estaban -secretamente-, enamorados de ti, usufructuando de tu compañía como amiga y confidente tanto de heteros como del amadisímo Poncho, del que nos contabas lo mucho que sufría porque en su familia no lo aceptaban, de hecho lo echaron, porque no pudieron reconocer/respetar, su opción sexual.
Mi mamita Blancha, la más creativa, ingeniosa. Que siempre se las ingenió para ayudar a mi papá a mantener la casa y qué decir en el exilio en Guadalajara. Donde el ingenio y la observación te llevó a crear el negocio inédito de la "falluca" o "pirata" donde grababas de disco a cassette lo más selecto de la música latinoamericana, folclórica, Trova cubana. Hay que decir que gracias a ti, muchos jóvenes tapatíos conocieron/disfrutaron/escucharon lo mejor de sones y canciones de Zitarrosa, Viglieti, Silvio y Pablo, Sara González, Sanampay, Inti Illimani, Quilapayun, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Nacha Guevara, Soledad Bravo y tantas y tantos más. Lograste armar una selecta colección de vinilos, muchos de los cuales viajaron a Chile con nosotros.
Cuando éramos chicas en Guadalajara, hiciste hermosos vestidos, capas, faldas, calzones, para nuestras muñecas. Éramos la envidia -sana-, de nuestras amigas, que creían que "las chilenas", tenían esas muñecas con esas ropas de cuando las compraron, supieran.... Así como los maravillosos chalecos, suéter, que nos tejiste en México con hilos delgados para el verano y qué decir aquí en Santiago. Abrigaste nuestros inviernos con tus diseños de suéter cuello ovalado, redondo. O como el espectacular suéter que era más un abrigo, mi abrigo azul marino, que usé los dos años del colegio. Lo hiciste pensando en esas frías mañanas viajando en micro hasta el Latino, lo amaba, me sentía abrazada/abrigada por el más cálido de tus abrazos. Hasta que un día dijiste que se le había salido un punto, que lo arreglarías. Entonces lo deshiciste y nunca volviste armarlo (snif). Actualmente conservo/atesoro/amo, un suéter negro y otro café chocolate, ambos cuello ojal y dos gorros para el invierno, uno negro con blanco y otro gris invierno, que no me atrevo a sacar a la calle por temor a perderlos. Ya no tienen tu olor, pero conservan la suavidad de las lanas con los que los tejiste y al ponérmelos, siento un estremecimiento similar, a tenerte a mi lado.
Mi mamita amada, que este 2023 tan "histórico", a lo mejor podrías estar con tus 90 años bien plantados, pero....Me pregunto tantas veces al día ¿Qué significarían para ti estos 50 años del golpe? Tantas historias sumadas a esos maravillosos tres años de la UP- del Presidente Salvador Allende, que viviste junto a mi papá, trabajando duramente, tu en la JAP de Lastarria, mi papá desde el Pedagógico.
Tengo tantos temas que quisiera conversar contigo, te extraño tanto, siempre. Añoro tu compañía, nuestras cotidianidades, que fueron más alegres y entretenidas -lamentablemente-, después que murió mi papá, porque los sobresaltos cesaron. Y así y todo lo amábamos.
Abuelita de Batman, extraño nuestros desayunos en el comedor, mientras leías todos los diarios posibles, yo frente a ti, aprendiendo del arte de leer titulares al revés (jajaja). Comentar la vida, algún libro, alguna noticia. Tomar café del bueno, acompañado de galletas Laura R., o postre de helado naranja morena en invierno y verano, o los gajos de naranja bañados de chocolate. Mirar series todas las noches, desde tu pieza, donde descubría el acertijo o al asesino, antes del final y me mirabas con cara de: "¿ya lo descubriste verdad?". Y después comentar las pistas que me llevaron al mismo resultado que la serie. O tomarnos la mano en las escenas que te inquietaban y saltar asustadas -a coro-, para después reírnos.
Si me hubieran advertido que la buena vida era esa, quizás, quizás, entonces sueño/juego a conjugar el verbo improbable e inexistente del "hubiera" y remito mis acciones/visiones, a ese pasado donde vuelvo a estar contigo, disfrutar una y otra vez, todo lo que vivimos juntas.
Y te sigo pensando Blanquita, Blanca, mi mamita querida. Te pienso tanto de niña, como de joven, adolescente, adulta, antes que Andrés Orrego, eclipsara tu vida. Como las historias en la casa de tu Abuela Ita Blanca, tanto visitas a tomar el té, como para su cumpleaños. Ese caserón de calle El Vergel con Eleodoro Yáñez, que el tio Lucho (su hijo, mi tío abuelo), le construyó, pero por más que pasaban los años, no terminó de instalar la baranda a la escalera que conducía al dormitorio de Ita Blanca. Lo que provocaba que cada visita que iba a la casa, qué decir cumpleaños de nietos o sus hijos, entre varios caballeros, acarrearan sobre una silla, escaleras abajo a la dueña de casa. Así fue como pronto la abuela, no volvió a bajar más. O las historias de la torta cumpleañera hecha en base a harina de chuño (lo celíaco venía de tu familia y lo intolerable al lácteo por los Orrego) y adornada con capas deliciosas de chantilly.
Me acuerdo que una vez me contaste que la casa de la Ita Blanca, poseía un gran, gran jardín con mucho verdor y árboles, tales como, DeGinkobiloba, DeAlamo, DePeumos, que tu mamá, mi abuela la Ita Alice, pintó en innumerables cuadros. Todas esas historias también están adheridas a mi memoria, como las fotos/imágenes que cuentan sobre tiempos en blanco y negro, donde Blanquita, mi mamá, era la luz de los ojos de todos los comensales. No solo de mi bisabuela, que te dio el nombre, sino también de tu padre, Don Jorge Reyes, que en su lecho de muerte, espero, espero hasta que llegaste, para mirarte y partir. Así como también la consentida de tus hermanos hombres y de tu cuñada, la Sara Mena.
¿Cómo no adorarte si eres inolvidable? Lo mismo sucedió con los amigos de Guadalajara, basta que pongamos tema "Blanca" y los suspiros suben a las nubes en un segundo, qué decir tus sobrinas y sobrinos Sánchez Orrego, Sánchez Mena. Quién te conoció, nunca podrá olvidarte, como diría Amado Nervo.
Ay mamita, quisiera me vieras hoy, que soy una persona grande, que usa anteojos, que está cada día más ultra (jajaja), obviamente, más grande que hace 10 años, pero que sigue necesitando a su mamá, a mi mejor amiga, aunque no te contara todo, aunque todo, tu siempre estabas. Eres y fuiste la mejor mamá del mundo, aunque escaparas de algunos temas vitales. La persona que siempre estuvo, que nunca me juzgó, que más de una vez me regañó y agradezco la preocupación/orientación.
Mamita, fuiste y serás, la única que me quiso. Eres el cariño/amor, más sincero de los años de infancia y adolescencia, lo pienso en este presente en el que no te tengo y si, fuiste, has sido, la única persona que me quiso completa y absolutamente. Mi mamacita linda, la que me ayudaba con las tareas, me retabas porque me escapaba a ver las telenovelas, mientras tu hacías los mapas y yo pensaba "pero si no te puedo ayudar, mejor no estorbar" jajaja. Siempre admiré tu creatividad lógica/matemática, tu orientación en cualquier parte del mundo, saberte la numeración de las calles -sin error-, y por tal, los puntos cardinales. A veces me daba rabia cuando me aconsejabas "no vayas por la tal vereda porque puede ser muy oscura o no vayas por ese lado porque están rotas las veredas", quería que te equivocarás y volver, gloriosa echártelo en cara, pero nunca sucedió, porque por ir de Jalisco nunca pierde, me caí en los baches señalados y tuve que apresurar la chala en las calles oscuras. Era como si conocieras todo Santiago, Guadalajara y Ciudad de México, la pregunta era en ¿qué momento? si todo lo hacíamos juntos. La respuesta correcta era, tu gran capacidad de observación, sumado a tu cabeza lógica y saber/conocer de mapas, entenderlos, el sentido de orientación.
Modestamente creo que la "creatividad" que puedo tener, la debo a ti, la poca lógica que poseo, matemática ninguna, orientación siempre y cuando el corazón no esté metido en medio. Como cuando fui a Guadalajara después de tu partida, en el 2014 y simplemente no me hallaba, no encontraba las calles, me perdía, me desesperaba. Pero lo de la numeración, a esa no creo vivir para tenerla. Sinceramente creo que sin ti, no habríamos llegado ni a México (jajaja), si no ha sido por la presencia de la copiloto/compañera, del chófer, mi papá. Tan calladita, modosa, como diría mi amigo Rolando Báez, que también le conquistaste el corazón a punta de tu simpatía, conocimientos literarios y qué tal lo deliciosa de tus paellas.
Mi mamacita, tan calladita y no se te iba una, siempre observando/escuchando, aunque el pesado de mi papá dijera que tenías una parabólica en las orejas, gracias a esa escucha, lograste salvar nuestro pellejo varias veces, así como vigilar que no rodara más de la cuenta, como cuando me pillabas intentando entrar a la cocina o abrir la puerta del refrigerador, aunque estuvieras a dos o tres habitaciones de distancia. Qué oído espectacular, hoy, con Don Tope, tu y yo, podríamos tener la agencia "Detectives Sánchez Orrego y asociados". Y sin embargo ese oído prodigioso ¿qué tal para perder todo? Eso se lo heredaste a la Manuela, que por suerte me tiene en casa para encontrarle la carpeta, los anteojos, el celular. Esas prácticas investigativas domésticas, han hecho de mi, la Colomba Sherlock, espero algún día servir para algo afuera de casa.
Ay mamita, mamacita, madrecita, mamá, te escribo/recuerdo y me siento llenita de ti, tengo la mente repleta de imágenes, así como las letras/palabras, creo que soñaré contigo. Este repasar tu vida ya sea entre historias vividas creadas, otras reales, tuyas es revitalizador. Es como estar en un cine viendo la película que más quiero y extraño. Pero sé que esto de visitarte en distintos momentos de tu vida, traerte con el pensamiento/imágenes, es una felicidad efímera, porque sigues sin estar. Y sin embargo, sigo haciendo memoria de ti, mi Blanca hija, hermana, tía, polola, amiga, madre, esposa, amiga, compañera. Todo eso que fuiste y serás para mi.
Me pregunto si será por eso que desde que comenzó 2023, a sabiendas de tu décimo aniversario, comencé a viajar/imaginar/jugar contigo, en todas tus épocas, donde fuiste haciéndote la mujer maravillosa que antes y después de conocer a mi padre y tenernos a nosotras, tus tres gracias. Recordar las historias que la Sara Mena me contó, las que aportó el Pino, sus hijas mis primas. Es hermoso saber cómo disfrutaron tu presencia, tu creatividad, tu cariño. Así como las cuñadas y cuñados de ellos, todos tienen palabras de amor para ti. Y saber todas estas historias, fue configurando la idea de recordarte en tu décimo aniversario de ausencia, como la mujer, de nombre Blanca, que además de mi mamá, fue una mujeraza. Te amo, admiro, quiero, extraño, en todas las versiones que hacen de ti mi mamita linda, Blanca, Blanquita, Blanch.
Me hubiera gustado conocerte/verte en tu infancia, de joven amiga de tus hermanos, observar ese vínculo/amistad/amor, tan lindo que tenías con tu hermano Eduardo, que pienso se parece un poquito al mío con Antonio. Haber conocido a la Ita Blanca, su casa, esos árboles. Así como a las otras seis mujeres que sumaron la pila de nombres que tienes y que siempre pensamos, cuando nos los recistaste, que nos estabas bromeando. Porque en el pasaporte sólo salía Blanca María, en el RUT sale Blanca María Olga. Pero al ver tu acta de nacimiento surgió la verdad: Blanca por la Ita tu abuela, María por una princesa, Olga por una tía solterona, Isabel por la reina de Inglaterra, Verónica otra tía y del Perpetuo Socorro, porque se estilaba que tuvieran un nombre de santo/santa como protección. El abuelo Titin, era Héctor María del Carmelo. Tan buena eras que no quisiste sumar más nombres a la pila, solo dos por hija: Blanca Pascuala, Ximena Colomba y Marta Manuela. No te negaré que con lo que me molestaron en la primaria en Guadalajara por "Colomba" por la semejanza con aquella tienda de muebles ubicada en "Colon 710", cinco posibilidades más me habrían servido de alguna forma. De todas maneras, alguna vez jugué a imaginar ¿qué nombres me gustaría haber tenido? Y el resultado fue: Ximena y Colomba por las primas de las que mi papá estuvo enamorado, Lenina por Lenin, Jenny por la esposa de Carlos Marx y Eduardiña en honor a Brasil o Eduarda por tu querido hermano.
Puchis, podría pasar la tarde, días, años, meses, enteros escribiendo sobre ti, para ti, atrayéndote hasta mi, pero ¿qué crees?, tengo hambre jajaja.
Te quiero mamita,
te quiero siempre,
desde que nací,
toda la vida,
hoy, ayer, mañana, siempre y en una intensidad que aumenta con la respiración.
Te extraño!!
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