23 de marzo de 2021

Gregorio.

 


No olvidé tu día, el 20 de marzo está calado, tatuad,o en ese dolor hondo que a uno le va quedando con aquello que ha perdido, no te he olvidado. Ha pasado tanto tiempo, mi Gregorio querido, tanto, tanto, tiempo. Pero no por ello hay olvido, final de cuentas, estoy aquí. El sábado que fue tu aniversario, solo puedo disculparme con una verdad doméstica, había apagado el computador el viernes y tenía intensiones de no prenderlo hasta nuevo trabajo. Pero aquí estoy.

Estoy aquí, como sé que tu estás en algún lugar del cielo, entre nubes, viéndome y recordando, recordándonos en esos tiempos en que fuimos tan felices.


Aparentemente solo tengo esta foto tuya, que con el ingenio de la tecnología logré rescatarte y agradarte como en la otra. Mi querido Goyito, la imagen en la que apareces, suma ese color medio sepia, medio totalmente de nostalgias, por un tiempo que ya no está y sin embargo la miro, te miro, observo cada uno de esos detalles, el piso, tu en el, el balde rosado, la puerta de la cocina, las baldosas del patio, las plantas y el corazón que pinté a un lado tuyo. Mi querido Gregorio, estoy más vieja y a veces no tan feliz, al menos nunca más como en ese entonces, aunque en ese tiempo hayas muerto. Goyito de mi corazón, te pienso mientras veo la foto y la memoria se llena de recuerdos, de tus dolencias, de cuando te guardabas en el clóset, abajo de los trajes de mi papá y yo me encerraba en la pieza para estar contigo, para llorarnos, para querernos, para estarnos. Mi goyito querido, mi pequeño gatito amarillo pálido, mi primer gatito, sigo mirándote y me estremezco, el cariño atesorado en esa foto, en tu manita estirada en el piso, tu carita mirando para alguna parte. Tengo todas tus cosas guardadas en el cofre que me regaló mi abuelo Titin, tengo todo aquello que hace que cada tanto que quiera, pueda volver hasta ese día, esos días, ese tiempo en Guadalajara y volver a estar contigo. 

Ya no sé ni tampoco sumaría la cantidad de años que han pasado desde ese día en el que mis papás te llevaron a la veterinaria y no volviste.... eran otros tiempos, otra realidad, porque sino estarías bajo la tierra de mi patio, junto al Gremnlin, a la Quetzi, a la Escobita y sus hijos, al Átila. En este cementerio de mis mascotitas mas queridas que ya no están físicamente a mi lado.
Te quiero siempre.