Podría decir que no recuerdo cuántos años suma tu ausencia, quedarme con la incerteza de la fecha exacta, pero la memoria aunque quiera esquivarla para no pensar en tantos, tantos, años que han transcurrido, me lleva a un 20 de marzo, viernes o sábado, de la década de los 80 recién comenzados, recién viviendo en Gregorio Dávila. Y tu que fuiste un hermoso, maravilloso regalo de los Madrigal. Tu mi Goyito, mi gatito amarillo, peludito. Mi Goyito con quien dormía, el primer gato que teníamos. Eras más mío que de nadie, era conmigo con quien dormías, era yo la que te daba esos hígados cortados de comida. Mi Goyito, que tanto quise verte en Santiago y aparecías tras la reja de una casa en Miguel Claro, sé que eras tu, mi amado gatito, mi compañero de días buenos, de días con sus tardes buenas y sus días con sus tardes y noches, no tan buenas. Mi compañero, mi amigo. Solo quiero pensar en lo bueno, en todos los momentos en que nos acompañamos, ya fuera en la pieza de la ropa, en la azotea, donde tenía que llevarte porque tus patitas traseras ya no respondían tanto. Mi Goyito amado, mi primer gatito amarillo, mi peludito. Todavía tengo tu collar, tu medalla de vacunación. Te llevo todos los días de la vida en el corazón, en el pensamiento. Tus fotos ayudan a recordar aquello que jamás olvidaré. Y un día como hoy, viernes o sábado, mis padres te llevaron al veterinario mientras Manu y yo íbamos al cumpleaños del Emiliano y cuando nos fueron a buscar, me contaron de sopetón que habías muerto, que tuvieron que inyectarte, que ya no volvería a verte más, porque no teníamos dónde enterrarte, porque no se estilaba el cinerario para mascotas. Ese 20 de marzo de la década de los 80, en que te vi antes de partir al cumple del Emi y ese mismo día que nunca más te vi. Prometí recordar solo lo bueno, pero es inevitable no recordar, pensar en eso, no puedo evitarlo. Pero me quedo contigo, con los buenos días, con el amor que me diste, la compañía. Fuiste y serás por siempre, mi primer gatito amarillo, mi Goyito amado.
Nostálgica es mi esencia, todo tiempo pasado fue mejor. Transito en busca del lugar correcto para ser feliz: con amor, amigos, cerca del mar, viajando constantemente, con un cine cerca y siempre, siempre rodeada de Gremnlins, gatitos, perros, pajaritos y árboles.
20 de marzo de 2023
Otro año más!
Podría decir que no recuerdo cuántos años suma tu ausencia, quedarme con la incerteza de la fecha exacta, pero la memoria aunque quiera esquivarla para no pensar en tantos, tantos, años que han transcurrido, me lleva a un 20 de marzo, viernes o sábado, de la década de los 80 recién comenzados, recién viviendo en Gregorio Dávila. Y tu que fuiste un hermoso, maravilloso regalo de los Madrigal. Tu mi Goyito, mi gatito amarillo, peludito. Mi Goyito con quien dormía, el primer gato que teníamos. Eras más mío que de nadie, era conmigo con quien dormías, era yo la que te daba esos hígados cortados de comida. Mi Goyito, que tanto quise verte en Santiago y aparecías tras la reja de una casa en Miguel Claro, sé que eras tu, mi amado gatito, mi compañero de días buenos, de días con sus tardes buenas y sus días con sus tardes y noches, no tan buenas. Mi compañero, mi amigo. Solo quiero pensar en lo bueno, en todos los momentos en que nos acompañamos, ya fuera en la pieza de la ropa, en la azotea, donde tenía que llevarte porque tus patitas traseras ya no respondían tanto. Mi Goyito amado, mi primer gatito amarillo, mi peludito. Todavía tengo tu collar, tu medalla de vacunación. Te llevo todos los días de la vida en el corazón, en el pensamiento. Tus fotos ayudan a recordar aquello que jamás olvidaré. Y un día como hoy, viernes o sábado, mis padres te llevaron al veterinario mientras Manu y yo íbamos al cumpleaños del Emiliano y cuando nos fueron a buscar, me contaron de sopetón que habías muerto, que tuvieron que inyectarte, que ya no volvería a verte más, porque no teníamos dónde enterrarte, porque no se estilaba el cinerario para mascotas. Ese 20 de marzo de la década de los 80, en que te vi antes de partir al cumple del Emi y ese mismo día que nunca más te vi. Prometí recordar solo lo bueno, pero es inevitable no recordar, pensar en eso, no puedo evitarlo. Pero me quedo contigo, con los buenos días, con el amor que me diste, la compañía. Fuiste y serás por siempre, mi primer gatito amarillo, mi Goyito amado.
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