La madrugada del domingo 25 de diciembre recién pasado,
partió inesperadamente, nuestra querida Suky.
Ella, la gatita que entró por la ventana del
departamento de mi hermana Manuela y su pareja Claudio, en su natal Concepción. La
plomitamarillo, que la Manu decía era un tipo de "siamesa". La de la
cabecita pequeñita, con sus patitas de ursidaosita una negra y la otra
plomitamarillo.
Sucede que con estos sucesos inesperados, si bien como dice
Manu, es mejor morir así, sin preámbulos, para los que nos quedamos, pasamos a vivir
un estado de shock muy extraño, como si quedáramos suspendidos en un letargo
que con las horas se transformará en pena, nostalgia, vacío.
Lo que nos reconforta es que Suky, tuvo una buena vida.
Después de entrar por la ventana al departamento en Concepción, donde vivían
Manu y Claudio, conoció a su primer amor: Tope. Más tarde, el año 2011, viaja a
Santiago junto a Manu y Tope, para vivir conmigo y con mi mamá. En esta su
última casa, le tocó vivir aventuras en el techo junto a Tope, defendiendo el
perímetro doméstico de cualquier foráneo que quisiera o acercarse o bien
molestar a Don Topito.
Paseando por la techumbre, conoció a su segundo amor sí
correspondido: Chatsi, el gatito de la vecina judía. La OMA como le decían, nos
contó que Suky aparecía en las tardes a visitarlo y mientras ella veía la TV,
ellos se amaban, acurrucaditos a los pies de su cama.
Suky la que defendía a Tope de cualquier adversidad,
aunque no fuera recíproco, que no dejó un día de mirarlo embelesada/enamorada.
Suky, mi compañera de habitación, en primavera y verano a los pies de la cama y
en otoño e invierno, abrazadas/acurrucadas. Con mi manobrazo rodeando su
cuerpito podía sentir el latido de su corazón, además de las gotas de
baba/amor, que emanaban por su boca. Suky la que no se cansaba de recibir
caricias ¿quién no? La que acurrucaba mi manobrazo entre sus manitas y cuando
intentaba sacarla, tiernamente me pegaba un mordisco, con sus agujitasdientes.
Ahora que intempestivamente no está, pienso en todo lo
que: Tope, Suky, Manu y yo, vivimos juntos y por eso mismo, su ausencia va
haciéndose más grande, más honda. Nunca pensamos que podría pasar esto, tenía
sus achaques como toda gatita de una década y tanto. La tiroides la había
dejado un tanto ciega, pero tomaba remedio para eso, para la alergia que el
remedio le producía y su ayuda al hígado. En enero estaba programado su chequeo
semestral.
El que había estado delicado era Tope, que los riñones
quisieron apropiarse de las noticias, pero lo superó, todos estábamos felices,
Suky para qué decir. Y la noche de navidad transcurrió normal, ella en el patio
contemplando la noche (o refrescándose), el cielo, las estrellas, cenó su
churu, recibió sus regalos y nada podía predecir lo que unas horas más tarde
ocurriría.
Porque Suky, como buena hembra, era aperrada (agatada),
la que no le tenía miedo a nada, la que tomaba su remedio sin chistar, la que
comía feliz, la que tomaba agua como orilla de playa. Suky la romántica que
gustaba pasar la noche, después de cenar, en el patio mirando la luna, las
estrellas, contemplando el horizonte aunque viera poquito. Con su necesidad
tiroidea de recibir calor, de sol, de estufa, de cobertores, era la que más
usaba el patio en primavera verano, cambiando de ubicación según el sol se
movía, aplastando mis plantitas, tomando el frescor de la tierra recién regada.
Y ahora que no está miro el patio y pienso ¿quién lo va aprovechar? Tope hace
su lucha, pero no es tan bueno para tomar sol. En cambio la Suky, era la modelo
de gringa que mi padre siempre decía que vivía para estar echada tomando sol,
podían caer los patos asados, alerta roja, nube tóxica y Suky chillaba por
salir al patio y llenarse de sol y rayos. En esta primavera verano, más de una
vez tuve que meter sus patitas al agua, para que entendiera que no todo era
derretirse.
Desde el domingo 25 de diciembre del 2022, yace bajo la
sombra de la Bugui, acompañando a Quetzi, Escobita, Atila, Gremnlin. Ahora es
ella la encargada de saludar a elles, a Claudio, a mis papás, abuelos y a mi
primo Andrés. Mientras nosotras con Tope, nos quedamos sintiendo su ausencia.
La pena de eso tan tremendo y radical, como es la muerte y la certeza de no
volver a verse jamás, nunca. Se fue con la mantita que le regaló la Nani, en
navidad, quedó rodeada de tierra buena, de raíces de Bugui, de plantitas.
Sembramos unas semillas en su honor, para que crezcan unas flores bonitas que
nos la recuerden siempre. Te queremos y te extrañaremos Suky, Susu, Susanita
querida!!!
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