28 de febrero de 2022

A Fridita!!!


En este día último de febrero, decido recordar a mi querida Frida, que el 29 de enero del 2022, partió. Porque con todo lo especial que era ella, sucede que en este año que no es bisiesto, no podré decir "mañana 29/02, a un mes de tu partida, te recuerdo". Entonces decido hacerlo en la antesala de una fecha que no existe y sin embargo quedará tan llena de memoria. 

Anoche pensaba ¿por qué he retrasado tanto este escrito? Solo podría excusarme la pena, tristeza enorme, al enterarnos de tu muerte, lo que me dejo congelada, impedida de hacer nada. Y es que hasta ¿cuándo seguiremos perdiendo tanta gente querida? Ya que han sido duros estos últimos años, entre la pandemia y estos ciclos existenciales, que van cerrándose y nos dejan, a nosotres espectadores de esas ausencias, un tanto más que vacíos. 

(Fridita en casa de mi prima Claudia)

Pienso que si existió alguien agradecida y feliz de la vida, fue Frida. Desde que  nos reencontramos en 1987, cuando con mis padres volvimos a Chile (del exilio en México), encontré una mujer interesante, misteriosa, de aquellas que quisieras, al menos a mi  me pasaba, atiborrarla de preguntas acerca de su vida personal, intima, familiar. Porque la rodeaba un aura muy particular, ya que a pesar de su apariencia frágil, delgada, con su rostro risueño, apacible, cálido, cariñoso, era realmente una persona atenta, cálida, cariñosa y a la vez, si se requería, firme, pero nunca dura, ni mala, menos egoísta. En ella sí que funcionaba aquello que cuentan de las madres que se "quitan el bocado de la boca para entregarlo a sus hijos", solo que al parecer, Frida había sido nombrada madre universal, porque ese mismo gesto lo repitió tantas veces con amigxs, familiares.

La imagen que tengo grabada en la memoria es de esta mujer, de modos suaves, movimientos delicados, tal cual como la bailarina que siempre fue, no solo porque danzaba al bailar o en sus clases o haciendo yoga, sino que volaba/danzaba/bailaba, al caminar, al alargar los brazos, al mover las manos. Tenía un aire como si al nacer "algo", le hubiera susurrado al oído: "serás una misionera/servidora de tus semejantes". Porque siempre ocupó un lugar atrás de todxs, con sus pasos casi descalzados que no hacen ruido y que marcan huella en el aire. Frida la que jamás compitió, menos se adelantó a otrxs para quitarles la palabra, menos hacer discursos ante un publico numeroso. Tengo la impresión que intentaba pasar inadvertida, a diferencias de quienes gritan en vez de hablar y poseen alma de florero y solo logran cautivar atención un instante, ya que no poseen, no sé si llamarlo ángel, alma, generosidad, capacidad de escucha, profundo espíritu de ponerse en el lugar de otros. En vidas pasadas debió ser una princesa oriental, seguro que monjes o sacerdotisas, habrían querido no ser tan religiosos y puros, cometer actos egoístas y robársela.

Frida con su mirada perdida en un horizonte ubicado quién sabe donde, como la que tienen las mujeres románticas, soñadoras, voladas, distraídas, de las que no encuentran nada aunque este frente a sus ojos. Imagino que vive en El Cairo, Egipto, tierra natal de su madre y donde seguramente, habitarían un castillo fortaleza, con jardines colgantes, mucho verde en medio del desierto, donde las horas las pasaría leyendo, bordando, escuchando músicas clásicas, capaz que hasta un dúo tocaría para ella sus melodías preferidas.  

(Fridita con su hija Karina).

No exagero si digo que siempre la consideré, lástima que nunca se lo dije, una verdadera feminista. Si por feminismo entendemos una mujer que vivió en el siglo XX y parte del XXI, con los prejuicios, moral y costumbres chilenas y aunque no tuviera una pareja estable, no fue impedimento para ser madre. Ella quería tener un hijo y nació Karina. Porque pocas veces he sido espectadora de un amor/devoción, tan grande y sincero como el que sintió por su hija. Todo lo bueno y grande que ha sembrado su hija Karina, se lo debe a nuestra Fridita, Freda, Frida y creo que 
me quedo corta. 

(Mi tía Marta y la Fridita años 70).

La Frida, fue una gran mujer, querida por todxs lxs que tuvimos la suerte de conocerla y convivir con ella. Contagiarnos con su risa, su mirada romántica, su rostro singular -para mi gusto-, el rostro de una mujer atractiva, interesante y sin embargo, me atrevería a decir que no apetecía causar ninguna impresión, ni enamorar a nadie. Desde que la recuerdo y eso comenzó a pasar en 1987, nunca le conocí un enamorado. Durante un tiempo pensé que algo podría haber entre ella y su gran, gran amigo, Claudio Badal, pero mi mamá me explico que eso era técnicamente imposible ya que él, era gay. Y que esa sincronía, intimidad entre los dos que fulguraba como un amor sincero y verdadero, llevaba por nombre "profunda amistad". Un amor amistoso duradero y hermoso, producto obviamente de la inconmensurable generosidad/amorosidad de ella para con su Badal. Como cuando las cosas económicas no le fueron nunca más bien a él, las puertas que nunca cerraron y donde le esperaba un abrazo, una palabra cariñosa, risas, rica comida y quizás hasta algún dinerillo, era el que Fridita le daba. 

Mujer encantadora como gitana, como maga, que te mira a los ojos y sabes que está ahí, acompañándote con su calidez/cariño. Y si necesitas oreja y hombro los tendrás. Si buscabas conversar, Frida, sabía de historia, literatura, de chismes, de la TV, de las noticias del diario, la radio, tenía conversación para todas las edades. Porque sabía escuchar, guardar el secreto y dar consejos, aderezados con su recordada muletilla: "see, see, see, claro". 


En lo personal, puedo decir que me tocó profundizarla en varios momentos de la vida. La primera fue a través de la familia, ya que la Frida formaba parte de nosotrxs desde que mi tía Marta y ella se conocieron, jóvenes y hermosas, en clases de danza. Ninguna logró destacar en esas artes pero qué tal en la de ser las más amigas de la vida. 

Con la segunda ocasión puedo decir que fue el tiempo en el que la conocí más, ya que compartimos muchas tardes, días y noches juntas, cuando formamos parte de la filmación de "Moizefala la desdichada", de Germán Bobe, esto en algún momento de la década de los 90, del siglo XX.  Esa otra característica que la hacía única e irrepetible, porque si bien debe haber tenido 60 años o algo así, era realmente una mujer de amplio criterio y mirada, porque si bien ella era más joven que la mamá del director, que prestaba la casa para la filmación, del elenco y técnicos, ella era la persona grande y daba lo mismo. Y en esas mañanas cuando nos despertábamos y casi todo el elenco de técnicos y actores, dormían la fiesta de la noche anterior, nosotras desayunábamos con los papás del Bobe, después podíamos bañarnos en la piscina, pasear por el terreno que rodeaba la casa o sentarnos bajo los parrones a leer y/o conversar/conocernos/aprendernos/reírnos.

La tercera ocasión, ocurrió mucho tiempo después de la filmación, ya éramos mucho más cercanas y como ella siempre estaba a la vanguardia, modesta, pero adelantada, antes que fuera moda Frida practicaba yoga. Creo que para ella era como una extensión de sus añoradas clases de danza clásica de la infancia, que después siguió practicando más de adulta, pero con la yoga sumó a la meditación, concentración, quedarse en silencio, un arte que no todos podemos tener y ella era realmente seca, concentrada, estricta. De hecho, muchas veces pensé que esa tranquilidad confortable que la envolvía, se debía a su origen asiático (El Cairo, Egypto), el que conjugaba perfecto con La India y el yoga. Porque así como siento un repeluz por Estados Unidos, admiración y reverencias, me producen esos países milenarios, que entre sus peros poseen pros como la capacidad de mirar, admirar, la belleza pequeña de las cosas, la naturaleza, adorar a los animales.  Y si a esa concepción, creencia, pensar sobre Asia, le sumamos la personalidad de Frida, con su fuerza/fortaleza, rigurosidad, calma, relajo, cuidado del alma y cuerpo. Entonces la yoga, meditación, danza, baile, han sido absolutamente parte vital de su existencia.  


Así fue como en algún momento de la década de los 90, alcancé la oportunidad enorme de tomar clases de yoga con ella, a petición de un grupo de sus amigas todas ellas en trabajos muy sedentarios y hacía rato venían insistiendo/pidiendo, hiciera clases, porque sentían tener músculos, culo, nalgas, poto, trasero, en los tobillos. Confieso que las primeras clases fueron un soberano martirio, primero porque las clases eran a las 9 am y flojear en tiempos de juventud, a veces es un arte para ser practicada. Por suerte vivía a seis cuadras de su casa, porque la puntualidad es mi tercer apellido. Como decía las primeras clases fueron un martirio, a causa de mi estado físico o digamos las cosas por su nombre "estaba gorda". Entonces las posturas con abdominales me costaban, qué decir las intensiones de la profe, por pararme de cabeza. En esos momentos dejaba de ser la dulce Frida, para transformarse en la más rigurosa y exigente instructora, que para mi colmo intentó "hacer su mejor trabajo conmigo" jajaja espero no haberla decepcionado, porque nunca logré pararme de cabeza, menos llegar a su nivel de exigencia, intentaba hacerlo lo mejor posible pero.... Sin embargo era la reina de las posturas de apertura de cadera y espalda. 


Gracias a ella es que conocí y amé el yoga, sus beneficios, maravillas que trae al cuerpo, mente y cómo nos energiza para sobrevivir en este mundo. Fueron tiempos maravillosos sumado a que después de clases, la profe generosa como nadie, nos invitaba a tomar un delicioso café árabe, preparado por ella misma, donde le ponía el correcto toque de dulzor para continuar la jornada, además de servir de oreja, hombro, aconsejar, reírse. Mañanas poéticas e inolvidables. 

Esta es mi historia sobre la querida e inolvidable Fridita, que a pesar tristemente pesar, que ya no la tenemos, ni sumaremos más momentos, sí podemos traerla, abrazando su recuerdo, nostalgia, memoria, hermosa, cálida, cariñosa, como ella misma!!!

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