Antenoche te encontré en un libro, tu firma y una serie de reflexiones tan tuyas. Me fié/tincó que sería bueno leerlo por tus letras. Cuentas qué te calo tanto que espero a mi me ocurra igual.
Y hoy cumples 13 años de ausencia. El mundo está tan convulsionado que te confesaré que este tu día y recordar que lo es, me tomó por sorpresa, jamás con olvidó, sino más bien impresionada del tiempo cómo transcurre, ya abril, ya 13 años.
Papito
querido, en el confinamiento pandemico los, te, les, he pensado tanto, a
ti, a mi mamá, a los abuelos, a todos mis seres queridos y ausentes.
Pienso en ustedes viviendo esto, en ti, mi mamá y su respirador, en
Titin en medio de la pandemia queriendo, seguramente, cooperar con el
cuerpo de la salud. Se me aprieta el alma pensar cómo serían estos
momentos en su compañía, me estresa la idea y por otro lado, un poco, la
añoro.
Añoro/quisiera ser chiquita y preocupación de ustedes.
Extraño ser chica, depender de ustedes, solo preocuparme por mis
tragedias infantiles, mis dramas menores.
Te
extraño y en la medida que sumo más años y voy reconociéndome una y otra
vez en ti, orgullosa y feliz, entristezco al no poder compartir mis
experiencias contigo. Somos tan iguales, solo diferentes por el género y
siento que podrías orientarme en tantas cosas. Odiamos y amamos casi lo
mismo, somos necios, mulas, no bueno eso lo saqué de mi mamá, obtusa, malhumorada, gruñona,
peladora, romántica, exagerada, dramática como tu. Soy más ultra que tú,
te quiero, pero terminaste un poco limón.
Extraño
momentos que no pasamos, como conversar del mundo, con divergencias
incluidas, aprender de ti, tomar nota. Gracias a mi memoria y nostalgias
alimento la sobrevivencia/existencia, con tus palabras, historias,
momentos, lugares.
Y en esa ausencia, de tanto en
vez te encuentro en tantos detalles de la vida, de la casa, en tus libros, en los recuerdos, regalos, dedicatorias, como ésta.
Tu firma,
particular, única, tuya, tuya de mi padre, tu mi papá, papá mío padre
amado.
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