9 de septiembre de 2020

El fin de la era Orrego Matte/Sánchez Reyes.


Esta mañana me enteré que murió mi tio Titin, tras siete días, finalmente partió....
 
La primera acción fue mandar un beso para él, por asuntos que ya no viene al caso hubo mucho tiempo y distancia entre nosotros, pero como he madurado en vez de pasar por una persona inhumana que después pasará los años arrepentida, opté por acercarme, salir de casa después de 6 meses encuarentonada a raíz del COVID, presentar mis condolencias y no quedar amarrada a nada/nadie jamás.
 
No dejo de sentir y de pensar. Pensar y sentir esta tarde, la primera vez después de seis meses sin asomar la cabeza a la calle, sabía que el deber ser pesaba más que cualquier otra resistencia y entrar por ese corredor/pasillo y encontrarse con la familia, tanta familia..... fue intenso muy intenso. Con mi hermana habíamos planeado ir un rato corto, darle el pésame a la Manena, abrazar con distancia a la Elenita e irse. Pero por supuesto que no fue así. Cuatro horas pasaron un poco sin darnos cuenta, un tanto sentí cada minuto que el reloj marcaba más por la preocupación de estar ahí entre y con tanta gente.
 
Y pensé y sentí tantas cosas, mientras observaba y escuchaba las historias y anécdotas que nos hacían viajar a los tiempos de los primos grandes en compañía de los abuelos Titin y Marta, junto a mi papá y sus paseos en Isla Negra hasta Valparaíso, con mi tio Titin y la Manena en Canadá y sus nietos. Tanta historia, tantos años de historia. Miré también a los nietos y nietas del tío Titin y rememoré creyendo poder meterme en sus mentes, cuando murió la Marta mi abuela paterna y después un tiempo después partió mi abuelo Titin. 

Las primeras muertes en mi vida.
Las primeras muertes de mi vida fueron las de mis abuelos Marta y Titin. Y fue tan triste, por todo lo que los buenos abuelos significan en sus nietos, porque la complicidad, cariño, comprensión, conversaciones miles, consejos, que recibí, recibimos de nuestros, mis abuelos, fueron infinitas. Entonces intenté imaginar lo que sería para esta camada de nietos de Titin y Manena, seguir la vida aunque estén grandes todos casados, algunos con nietos, cómo sería su vida de ahora en mas sin compartir nunca más con su abuelo Titin.
 
Observé también a mis primos sus hijos, sé lo que es para la Elenita perder a su padre, que fue, es y será su gran amor y ella lo mismo para él. De esos amores envidiables, pero la Ele es tanta dulzura y calidez que no es posible envidiarla, después la Josefa, el Felipe, Pedro que no pudo viajar a Chile.... qué será para cada uno de ellos que tienen a su vez hijos y nietos, perder a su padre?
Cómo será la vida de la Manena de ahora en más sin Titin?
 
 
 

El árbol genealógico que termina.
La otra idea que no logró soltar es que tanto mi tío Titin como mi tía Alicia, por parte de madre, eran los últimos sobrevivientes de mi familia original. 
 

Con la Alicia se murió/cortó/acabó la famila de mi madre, los Sánchez Reyes y con Titin pasara igual con la de mi padre, los Orrego Matte. La historia de los Orrego Sánchez, se va con estas muertes y quedamos las hijas, las y los primos de ambas ramificaciones y cada uno con sus historias. 
 

Pero la verdadera, la historia de la esencia que nos dio origen, vida, sentido, razón, fue la que armaron Héctor Orrego Puelma junto a Marta Matte Larraín, por el lado paterno y Alicia Reyes Langlois con Jorge Sánchez Muñoz, por el lado materno. Y será que en el fondo de la superficie de quien soy, la historia, historiadora, historiador de mi padre la inculqué más de lo que creí. 
 
Me duele pensar en que la casa de mi mamá, la casa donde nació, vivió hasta la muerte de su hermano Eduardo, la demolieron el año pasado, así como el 2019 murió la última descendiente de los Sánchez Reyes, mi tía Alicia, hermana de mi mamá. Y en este 2020 convulsionado y pandémico, se va Titin Orrego Matte y con él el legado de esa familia que fue la mía, que desde un estado personal e íntimo será siempre mi familia, referente, nostalgia, amor, ensoñación. Y su fin, produce/provoca un dolor de alma inmenso.
 

Con la muerte de mi Tío Titin, pasará a contarse la historia desde los anexos de los Orrego y los Sánchez, Silva y Parra/Cereceda. La historia de mis primos y hermanos grandes, de mis hermanas, mis primos y primas y después de nuestra, mía generación, la mía y después la de sobrinxs, nietos, bisnietos y así la cadena sin fin de la vida.
 
Pero desde lo que soy bueno o malo, no puedo dejar de sentir dolor, tristeza por la partida, fin, desaparición de los Orrego Matte y los Sánchez Reyes. Es como si un mucho muy grande dejara de estar en mi, aunque sé que mientras viva, mantendré su memoria, tanto en cada una de mis palabras, dotadas de emoción, de imágenes, de cariño, de evocaciones. 



La orfandad.
Mucho mas hondo será el sentimiento de orfandad, no solo porque nos dejaran sola mis padres en este país ajeno, con su historia que comenzó un 4 de septiembre cuando ganó la UP y que comenzo a resquebrajarse el 11 de septiembre tres años después. Huerfanas en medio de este país que no logro abrazar del todo, menos querer, huerfana queriendo adopción mexicana pero sin conseguirlo y cual si no fuera suficiente, ahora se termina la vida, el último vínculo de cordón umbilical, historia, añoranzas con mi familia paterna y materna. 
 

Vuelvo a sentirme un volantín/papalote sin cordel que vuelve a volar sin rumbo o escribiéndolo en cada paso que de, en cada idea, en cada escrito pero que ya no tendré ese puente aunque sea lejano, con mi historia de origen. El lugar del que vengo, al que pertenezco, se extinguió. Ya no brillara en el horizonte una luz de vida, de flujo sanguíneo que recuerde de dónde venimos, aunque no fuéramos tan vinculados, ni cercanos y el afecto se haya esfumado, pero los que fuimos, somos y no tenemos los oídos y ojos tapados, sabemos de qué trata esta historia que se acaba.
 
Me da mucha tristeza, sé, siento que a nadie le importará como a mi, como soy sola, sin hijos, por más diarios de vida, por más ideas expresadas al aire, no tengo receptores. Tampoco es algo que me quite el aire, no es notoriedad lo que busco, prefiero ser un volantín/papalote marciano, pasar sin que nadie se de cuenta, pero que no suceda lo mismo con la historia de mis padres, la de mis abuelos paterno y materno.
 
Supongo que nuevamente la tarea es mía, porque es a mi a quien preocupa este vacio, pero en mi calidad marciana sin peso, ni huella, no sé si seré la mejor depositaria de memoria e historia y que otrxs retomen esta estela de historia que navegará por cielo, mar, montañas, aire. 

Papito, mamita, Titin, Marta, Alicia, Jorge, Andrés, Blanca, Titin, Marta, Alicia, Jorge, los nombres y sus historias, mi historia con sus nombres asociados al mio Colomba, nuestra historia, mi historia en la de ustedes, yo soy ustedes y no quiero dejar de serlo jamás.....

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