* De Diego Taitan.
Revoca
las soledades que la adversidad destina a los rebeldes, aunque tal vez no su vida
breve y establece una comunidad ubicua entre los vivos, los muertos y los no nacidos.
Podríamos
reescribirlo así. Hay
un cuadro de Paul Klee que se llama "Ángel True", en él está representando un ángel
que se despliega en la historia y el porvenir, un ángel de invención y de memoria,
un ángel multitud que camina de manera tranquila y firme sin que nos sea dado saber
hacia dónde va.
Un
ángel que asiste a los que no se cansaron, no está desencajado si no multiplicado,
no mira hacia el pasado, ni hacia el futuro, si no en torno hacia dónde estás, como
si buscara compañeros y con ellos y ellas, empezar siempre de nuevo.
Son
los rostros del pasado en el corazón del presente, vueltos hacia los que continúan
la obra emancipadora que retoña una y otra vez para romper la piedra.
Tiene
las alas desplegadas como si quiera con ellas, dar cobijo de las generaciones e impulsarlas
otra vez a la acción.
Sí
el ángel de la barricada debe tener este aspecto – y muestra el cuadro de Paul Klee-,
eso es la memoria disruptiva que logra que nos reunamos en aquellos que llamábamos
los colectivos, la constelación de luciérnagas en la noche oscura que vivimos y la memoria que nos va a permitir también construir un futuro.
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