Blanquita en julio,
aunque también en octubre,
en el séptimo mes del año,
cuando los fríos acechan,
a veces las lluvias
y al día siguiente, puro aire puro y cordillera de blanquita blanca.
Julio en Blanquita
y Blanquita en Julio,
hace cinco años no fue un mes agradable,
pese a que ese mismo día, no sé si a la misma hora,
celebrábamos la revolución cubana
y es que a las seis de la tarde,
cuando el sol entraba por la ventana, irradiando con su tenúe luz tu cuerpo,
éste ya no latía,
ya nunca más,
porque ya no estarías nunca más.
Te fuiste en julio
y lo dejaste impregnado de Blanquita,
fuera invierno,
cruzar el charco y vivirlo en verano,
siempre,
para siempre jamás,
serás julio de Blanquita Blanca.
Es en este momento,
en que el corazón se aprieta,
tristezas inexplicables,
de no saber por qué ahora,
de dónde viene la pena,
justo ahora,
es que está llegado Julio,
Julio de Blanquita,
Blanquita en Julio,
recordando una vez más que ya no estás.
Entonces, es momento de quedarse con la nostalgia,
una vez más como cada que el círculo llega a este mes,
rememorar esa tarde de invierno,
frío y lluvioso copioso
y al mismo tiempo acompañándonos en el sentimiento.
Sentimiento de sentir desolación,
soledad, sin un lugar en el mundo,
un lugar posible en el mundo donde sentirse parte de,
certeza de ausencia,
desolación, soledad, ausencia,
Julio de Blanquita,
Blanquita en Julio.
El mes en el que la tristeza aumenta,
junto al apachurramiento del alma,
la respiración falta,
el aire huele a pena,
la lluvia conjuga belleza y tristeza,
el frío nos abraza con nostalgia,
aquella luz, de aquel día vuelve a instalarse en la cúpula,
atravesándose,
ya no tiene donde yacer,
no está más ese cuerpo, de aquella cama, junto a la ventana, esperando la señal de las seis en punto y los tenues rayos entrar y posarse sobre ti.
La imagen vuelve una y otra vez,
cerrar los ojos y encontrarla,
abrirlos para pensarla,
sentir esa tarde fría, lluviosa.
Desde ese día hace cinco años,
estás allá en ese lugar quién sabe cuál sea,
junto a los abuelos, mi papá, los amores queridos, Quetzi, Gregorio, Cuchi, Escobita, Gremnlin, Atila.
Para nosotros solo las certezas de los julios en Blanquita Blanca,
de Blanca Blanquita de Julio.....
aunque también en octubre,
en el séptimo mes del año,
cuando los fríos acechan,
a veces las lluvias
y al día siguiente, puro aire puro y cordillera de blanquita blanca.
Julio en Blanquita
y Blanquita en Julio,
hace cinco años no fue un mes agradable,
pese a que ese mismo día, no sé si a la misma hora,
celebrábamos la revolución cubana
y es que a las seis de la tarde,
cuando el sol entraba por la ventana, irradiando con su tenúe luz tu cuerpo,
éste ya no latía,
ya nunca más,
porque ya no estarías nunca más.
Te fuiste en julio
y lo dejaste impregnado de Blanquita,
fuera invierno,
cruzar el charco y vivirlo en verano,
siempre,
para siempre jamás,
serás julio de Blanquita Blanca.
Es en este momento,
en que el corazón se aprieta,
tristezas inexplicables,
de no saber por qué ahora,
de dónde viene la pena,
justo ahora,
es que está llegado Julio,
Julio de Blanquita,
Blanquita en Julio,
recordando una vez más que ya no estás.
Entonces, es momento de quedarse con la nostalgia,
una vez más como cada que el círculo llega a este mes,
rememorar esa tarde de invierno,
frío y lluvioso copioso
y al mismo tiempo acompañándonos en el sentimiento.
Sentimiento de sentir desolación,
soledad, sin un lugar en el mundo,
un lugar posible en el mundo donde sentirse parte de,
certeza de ausencia,
desolación, soledad, ausencia,
Julio de Blanquita,
Blanquita en Julio.
El mes en el que la tristeza aumenta,
junto al apachurramiento del alma,
la respiración falta,
el aire huele a pena,
la lluvia conjuga belleza y tristeza,
el frío nos abraza con nostalgia,
aquella luz, de aquel día vuelve a instalarse en la cúpula,
atravesándose,
ya no tiene donde yacer,
no está más ese cuerpo, de aquella cama, junto a la ventana, esperando la señal de las seis en punto y los tenues rayos entrar y posarse sobre ti.
La imagen vuelve una y otra vez,
cerrar los ojos y encontrarla,
abrirlos para pensarla,
sentir esa tarde fría, lluviosa.
Desde ese día hace cinco años,
estás allá en ese lugar quién sabe cuál sea,
junto a los abuelos, mi papá, los amores queridos, Quetzi, Gregorio, Cuchi, Escobita, Gremnlin, Atila.
Para nosotros solo las certezas de los julios en Blanquita Blanca,
de Blanca Blanquita de Julio.....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario