26 de julio de 2019

Seis años de la partida de mi madre.




Si habláramos de agonías podría decirles que la de mi madre, no fue larga pero tampoco corta y sí absolutamente gratuita, provocada por la negligencia de la clínica de la UC, quienes excusaron que los factores que llevaron a su muerte, fueron su edad y su mala condición de salud.

Esos días del año 2013 en que mi mamá cayó hospitalizada en ese lugar, se transformaron tanto para mis hermanas y qué decir para mi madre, en una eternidad. En lo personal puedo decir que perdí absolutamente la conciencia del tiempo calendario. Es por eso que en este sexto año de su partida, gratuita o casualmente de pronto descubro que ese trance debe haber iniciado un 15 o 16 del séptimo mes del año, para concluir con la "particular" muerte de mi madre, un jueves 26 de julio.

La agonía dolosa y molesta evidentemente la sufrió mi madre, mientras que sus tres hijas nos debatimos en la sensación, a medida que transcurrían los días, que aquel rechazo de mi madre por ir a la clínica tenía toda la razón y para colmo, sería la más cuerda de las cuatro la que tendría que pagarlo con la vida.

En ese lapsus de tiempo sin calendario, hablaré por mi hermana Manuela y por mí, constatamos paso a paso cómo esa mujer maravillosa, llena de vida, fuerte, aunque tuviera una salud de mierda producto de los más de 50 años fumando, que la dejaron con pulmones casi de adorno y pese a todo, seguía siendo la misma Blanquita encantadora, generosa, preocupada más por sus hijas, que por ella y su salud, sin cobrarnos jamás el hecho no menor, de no haberle hecho caso y no llevarla a ese sitio de matasanos ineptos. Todo en ella desde que nacimos y hasta su muerte, fue un largo camino de generosidad, de amor, de preocuparse por nosotras, que no estuviéramos sufriendo, no tuviéramos pena... mamita, mamita, jamás de los nunca seremos como tú. Aquella generosidad, bondad, no la heredamos ninguna de las tres.

Historia clínica.
Blanca María Olga Isabel Margarita Verónica del Perpetuo Socorro Sánchez Reyes, llegó a urgencias de la clínica UC, un 15 o 16 de julio a raíz de una erisipela en la pierna, que la verdad no tenía buena apariencia. 

Entonces, las necias de sus hijas entre preocupadas y voluntariosas, le doblamos la mano obligándola a que la revisara un matasano. Asunto es que a lo mejor todo habría sido distinto si no fuera porque un 15 o vísperas de 16 del 2013, Santiago gozaba de emergencia ambiental y por tal, los hospitales públicos y privados estaban en modo “colapso”. Y obviamente la clínica UC no era la excepción. Tiendo a pensar, que los médicos tomaron la decisión de hospitalizarla, sin pensar en las deficiencias que tenían en ese momento porque estarían vueltos locos, lástima que los desquiciados eran médicos y uno confiaba en ellos. Ocurrió entonces que más allá de la erisipela en su pierna derecha, los matasanos olvidaron observar y patentar que la paciente ingresó a urgencias y después a la clínica con su oxigeno portátil ¿qué significará eso? ¿será que la persona era oxigeno dependiente? Pero estos ineptos habían dejado de pensar y hasta insinuaron operarla, a lo que obviamente nos negamos. Y cuando nos despedimos de ella, dejándola en la habitación, nunca pensamos que a la mañana siguiente nos encontraríamos con la sorpresa que mamita había sido entubada porque estos imbéciles o le dieron mucho oxigeno o poco, entonces tuvo una crisis que casi la mata y para tapar el error decidieron sin consultar, entubarla. Fuimos cortas en no demandarlos y hacer que se pudrieran en la cárcel, pero nos preocupaba más la vida y salud de mamita.....

Así fueron sumándose los días hospitalizada no en pieza común, si no que en la UTI y despues en la UCI. Fueron días donde estuvo entubada e inconsciente, otros tantos entubada consciente, después vinieron los ejercicios para desentubarla y finalmente cuando le sacan los tubos respiratorios. Lo que no existe demasiada claridad es si estaba al 100% de consciente, aunque siempre nos reconoció, pero no volvió a ser la de antes. Porque cuando su habitación se llenaba de sobrinxs, amigos y amigas que iban a visitarle, ella no daba precisamente muestras de estar muy al corriente en las conversaciones. Blanquita hablando poco, Blanca sin preguntar por la salud, los hijos, los perros, los maridos.... raro, raro, raro. 

La segunda pista que dejamos pasar de largo, más por nuestro odio parido a ese lugar de mierda y seguramente sumado al desconocimiento, fue el hecho no menor en el que con gran eficiencia y rápidez, envían a mi madre al Hospital del Tórax, excusando que en la UC no pueden hacer más y que en uno público, con especialidad, como el Tórax, seguro que sí.

Lo bueno de lo malo, en materia de excusas para cobijarse, fue que el Hospital del Tórax no era desconocido para nosotras, no solo porque quedaba al lado de la casa, si no porque fue fundado por mi abuelo paterno y porque realmente siempre fue el hospital de mamita. Entonces por un instante pensamos que partir para allá, era como intentar volver las piezas a su lugar, a mi mamá al rumbo de la mejoría. Pero era hospital público más allá de todas las buenas intensiones, las mejores sin duda. Y más bien fue el lugar en el que fue enviada para tener una "muerte asistida", programada por el doctor a cargo de ella y que por suerte en ese tiempo, regía como Jefe de UCI.

Es en el hospital del tórax donde albergan a mi madre en la UCI, durante un día y medio, hasta que el jueves 26 de julio, el doctor nos confirma que lo mejor será desconectarla paulatinamente, hasta que el corazón y los pulmones dejen de funcionar.


La memoria.
¿Por qué recordar eso ahora? Es que nunca lo he olvidado, solo que durante esa extensión de tiempo, todos esos días visitándola en la UTI y UCI de la UC, el tiempo se transformó en una eternidad, que nos quitó la conciencia acerca del tiempo.
Y entonces pasó que el otro día, que se celebraba a la patrona Carmen, como diría mi padre a pito de pistolas, tuve la certeza que mamita me revoloteaba y que probablemente sería porque más allá de la certeza de acercarse al 26 de julio, estábamos transitando por esos días de larga agonía. En el que hasta un episodio de aurora boreal, contemplamos mi sisterna Manucita y yo.

Por alguna razón, la memoria se abrió al recuerdo nítido de ese tiempo. Porque desde hace seis años, todos los años, cuando llega julio la existencia se torna gris, hay años que está marengo y va tornándose a plomiza. En otros está soleada y más o menos alegre, entonces se vuelve gris. Pero este 2019 no sé por qué aunque sí que pronto lo descubriré, en la más procesión he ido sintiendo y reviviendo el paso de esos 11 días como si el tiempo no hubiera transcurrido, claro con la salvedad que ella no está más a mi lado.

La memoria es fundamental en mi familia, lo heredé de mi padre, junto a la nostalgia y la historia. Existo en la medida que permanezco anexada a los momentos que ya no son, pero que fueron cobijados en intensidad, para sacarlos cada que los necesite, cada que los extrañe o cuando en ocasiones, necesito hacerles la limpieza.

Todos los julios desde el 2013 tienen una sombra gris, que suele tornarse un poco más rojiza a partir de las 18 horas del día que mamita partió. Por suerte, por casualidad, a saber los por qué, el 26 de julio es un día inolvidable en mi familia, así nos lo dejó en claro mi padre y así lo hemos vivido. Para nosotras no deja de ser especial, particular, que mamita partiera el día de nuestra amada Cuba. No deja de ser particular, surrealista, el hecho de permanecer 18 horas junto a mi madre, en aquella habitación común de la UTI, acompañando su final. 

Aquel jueves 26 de julio del 2013, que llegó a su fin a las 18 horas en momentos que su corazón y pulmones decidieron detenerse.... fue el mismo instante en que la tenue luz del atardecer, se posó sobre las piernas de mi mamá a pesar de haber llovido a cantaros todo el día....No existió el último suspiro, sí en cambio y en versión modernidad, el pitido de las maquinas avisando que su función había cesado, ya que la persona a quien tenían conectada, había partido.


Cobijada en el hospital que fundara mi abuelo paterno, del que tantas veces hicimos uso por no decir que mi madre era paciente asidua, no puedo menos dejar para siempre, inmortalizada esa ventana que daba frente a su cama. La cama de la UTI que la cobijó durante un día y medio, desde donde entró ese surrealista y emotivo rayo de sol cuando el reloj marcó las 18:00 y aunque no seamos creyentes, en ese instante, no pudimos si no pensar que algo más allá de todos nosotros, venía por ella.

Desde ese día y para siempre, cada que pasamos por las calles Cano y Aponte con J. M. Infante podemos mirar hacia esa ventana, la cúpula de aquella capilla que hizo efecto faro y lupa para que la luz se posara a los pies de mi madre. Desde siempre y para siempre, continuamos paseando por ahí y cada que llegamos frente al Tórax, detenerse, nostalgiar la memoria, erizar la piel, mandar un beso a mamita y otro a mi amado abuelo Titin, quien desde el 2015 suma busto / placa recordatorio, por haber fundado el Hospital del Tórax.  

Y así entonces, muchas y diversas son las formas para recordar a mi madre, traerla una y mil veces hasta nosotras. Intentar conformar la tristeza de saber que no estará más, conjugar todos los quizás con los hubiéramos.... para finalizar constatando lo evidente, ella no está. Mi Blanquita, la más linda, la Blanca alegre, deseosa de vivir, energética, amada, con sus pulmones de adorno....

Te quiero mamita, agradezco este flechazo de memoria, tu sabes la importancia que tiene en los nosotros. Recordar nítida y tristemente cómo fueron esos once eternos días. Mamita, mamurra, ama, má, me haces falta todos los días, me vas hacer falta, toda la vida.....

Julio del 2019.


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