8 de agosto de 2024

Murió el tío Morris!!



El lunes 5 de agosto me enteré por el wasap de mi curso, que el tío Morris había muerto y quedé en silencio. En ese silencio pensativo y evocador que recuerda al tiempo que ha pasado. Y es que hace muchos años perdí contacto con el Morris, mi profesor de castellano en el Latinoamericano de niños desintegrados. De esas situaciones extrañas que pasan en la vida y de las que finalmente muchas veces me pregunto sin encontrar respuesta ¿por qué los seres humanos nos alejamos de personas que nos hacen bien? Hoy que me entero de la triste noticia vuelvo a preguntármelo. Sé que el  Profe siguió su camino también, que se fue del Latino e hizo carrera en otras escuelas/colegios, donde seguramente, fue mucho más reconocido y valorado que en el mio. Entonces retomando la memoria por Morris, y mirándolo en perspectiva, considero que fue el mejor profesor que tuve en mi estadía educacional media. 


Más allá que haya sido nuestro Profesor Jefe y el de Castellano, hay que destacar que sus clases eran realmente buenas y me gustaban mucho. También aunque no sé por qué o no lo recuerdo del todo ahora, teníamos una cercanía especial. Quizás porque era comunista, quizás también porque vivió el exilio como mis padres, pero teníamos una conexión especial o así lo sentía. Porque por ejemplo cuando mis compañeros se burlaban de mi y uno que otro sacaba su fascilona frase de "y por qué no te regresas si eras tan feliz ahí", el único profesor que paraba de cuajo la disputa y me miraba con cara de solidaridad, era él. Y eso que él estaba muy feliz de haber regresado a su Chile, aunque no viviera en su amado Valparaíso, pero sabía que no era el sentir de todos los que regresábamos y menos si éramos tan jóvenes y habíamos hecho nuestra vida infantil y juvenil en otro país.

Quizás también porque al año y el verano siguiente de haber llegado a Chile (1988) y de entrar al Latino, coincidimos en Isla Negra, el balneario donde mi familia paterna tenía su casa y al menos para mi, encontrarse en ese escenario distante y distinto al colegio y con un profesor de colegio, era sin duda un hecho inusual. 

Evidentemente había una confianza entre él y mis padres, supongo que por la pertenencia al P.C. y lo antes dicho, además conocía a otros miembros de mi familia "los más famosos" jajaja. En esa oportunidad supe que tenía hijos y por lo tanto, estaba casado. Ese día de hecho, lo acompañaba su segundo hijo, Pablo, que me llamó mucho la atención porque mientras su padre y los míos conversaban y yo los escuchaba, a él solo le interesaba saber si en algún momento, la palma de sus manos también se tostaría jajaja. Después al volver en marzo al colegio, conocí o distinguí como su hija, a la Eli, la mayor. Que en esos tiempos en que ella cursaba 2do medio, tocaba la guitarra en todos los eventos y peñas que se hacían en el colegio, lo que evidentemente señalaba el rumbo de su profesión. A la hija menor, no la conocí, ni supe de ella hasta muchos años después.


(El profe Morris entrando a nuestra sala seguramente, el B de 3ro o 4to medio)

Me gustaban mucho las clases del Morris, creo que era la primera vez después de mis amados 12 años en México, que sentía una conexión con las clases, con la materia, con lo que el profe "o tío" contaba. Aunque fueran las peripecias del Mio Cid. Quizás porque sus clases y él mismo tenían mucho de mi papá. De aquellos hombres cultos e inteligentes de antes, "los viejos", que sabían enseñar sin aburrir, contar historias y hacernos entrar en ellas, a través de la lectura. Que contaba muchas historias de los autores, el contexto histórico. Así como adentrarme aún más, como ya lo hacía mi padre, a la literatura latinoamericana. Me gustaban sus clases, me caía tan bien él. Me agradaba el sonido de su voz, la tranquilidad que proyectaba. Tenía una manera de ser, de moverse, de hablar, sus movimientos eran espontáneos y a la vez tan mesurados. La manera cómo movía sus manos cuando nos explicaba algo en clases, la forma en que tomaba entre sus dedos el gis/tiza. Tenía una elegancia, una pausa, un tiempo para todo, que a una que era y es movediza/inquieta, en vez de aburrir, aquietaba. 

Además estaba siempre latente esa complicidad. Porque cuando no estábamos en clases, en mi caso entonces en recreo y él deambulando por la casa y patio, que conformaban nuestro "colegio", nos encontrábamos y echábamos literalmente el tejido jaja. Me encantaba esa capacidad que tenía de comunicarse con las personas jóvenes, con mujeres y hombres. No discriminaba, ni juzgaba, eso sí tenía una lengua tan viperina como la mía. Me encanta chusmear y con el Morris simple y  sencillamente me fluía, nos reíamos de las tonteras que más de una vez yo decía. Y así también cuando me pasaba de boca abierta y contaba algún chisme familiar, sabía que ese comentario de más quedaba entre nosotros.

No me pasó, como ahora sé que sí a otros compañeros, que haya infundido en el amor por la escritura y la lectura, o quizás sí lo hizo y no me acuerdo, quizás porque siempre he escrito, quizás también porque tuve un papá que siempre valoró que sus hijas fuéramos lectoras y escritoras. Me alegro de todos esos otros compañeros y compañeras a las que sí invitó a escribir o al menos intentarlo. Porque uno en la vida, en esa época de la vida en que se es joven, atormentado, confuso, adolescente, necesita adultos diferentes a los padres, que nos guíen, que nos conversen, en los cual confiar, nos apañen desde la conversación, el diálogo abierto. Y el Morris cumplía totalmente con ese rol y creo que no era solamente por su ser docente, sino porque tenía esa condición que poseen algunos seres humanos, de mirar al prójimo y querer contribuir, ayudar. Encuentro que ser así es de una generosidad enorme, que no todos tienen. Y cuando una tiene mi edad que es más que la  del Morris en los tiempos del colegio y lo piensas porque te enteraste que murió, todos esos detalles regresan fuertes, emotivos y a la vez alegres mezclados con la tristeza por su partida.

Como comenté al principio, lamentablemente no volví a ver al Morris. Verlo así como en el colegio, de tomarse el tiempo y conversar. Sí me lo encontré hace muchos años en una heladería de Providencia, pero la ranchera de mi, no se atrevió a levantarse e ir a saludarlo y me quedé con esa bala pasada, porque estoy segura que él sí me reconoció y espero a que yo me acercara, y eso no sucedió. Espero disculpara mi actuar tan ingrato y tonto a la vez, en comparación con su generosidad de siempre. 

Pero no quiero quedarme pegada en esa bala que duele, está ahí clavada y cada tanto me recuerda que fui tonta, pero prefiero enfocarme en todo lo bueno que sí tuve al lado del Profe. Del gran y querido Profe Morris. Fernando Morris Barrios. 

Fue un honor conocerlo, ser su alumna, aprender junto a usted. Las conversaciones que tuvimos dentro y fuera de la escuela, las veces que coincidimos en el PIDEE, las caminatas rumbo al colegio que hicimos cuando ustedes todavía vivían en Bilbao con Suecia, junto a mi hermana Manuela y yo.

Como le dije por ahí en redes sociales: 

!! Hasta siempre Morris, tío Fernando, tío Morris !!

6 de agosto de 2024

"H"



Me gustaría creer que nacimos el mismo día, 

y no que solo nos encontramos hace 39 años,

me gustaría creer que nuestro vínculo tiene una edad imposible de calcular, 

que fuimos predestinados para encontrarnos hace millones de estrellas fugaces 

y el calendario occidental ubicó un 6, 7 de agosto de 1985.


Contigo el "ustedes/nosotros" comenzó y mira no más el tiempo que ha transcurrido. 

Quizás contigo/ustedes/nosotros, es que aprendí a quedar 
pegada/detenida/abrazada a todo aquello que hace tan bien, 

porque hace tan bien y millones de estrellas fugaces estamos juntos.

Gracias por los aprendizajes y lo que hemos vivido juntos.

(La foto es un bordado que hice especialmente para "ti/nosotros/ustedes/yo". Lo guardaré muy cerca de mi corazón, como cada árbol, cada amigo eterno que la vida me ha regalado).