26 de julio de 2016

.... ¡¡¡ Un nuevo 26 de julio ¡¡¡ ....

Hoy,
aunque ya no es un hoy como hoy,
ahora,
hace tres minutos,
de un día que no era martes como ahora,
si no que viernes,
como hace tres años,
la luz entró por la ventana,
acariciando cálidamente tu cara.

Mamita querida,
en un hoy, 
como hoy,
26 de julio,
de un viernes no martes,
a las 18:00 horas,
tu corazón dejó de latir,
tu carita de sonreír,
tus oídos de escucharnos,
tus ojos de mirarnos.

La tarde, más o menos como aquella vez,
fría, de invierno
y en algún lugar lejano,
no aquí, 
el sol entra por otra ventana,
calentando otros pies,
acercándose lentamente a otro rostro.

Hoy martes 26 de julio 2016,
tres años después de aquel viernes...
fuimos a llevarte un poquito más de nuestro amor, con la Manu,
adornamos todo con lindas flores,
una miga ave pimentón,
al son de margaritas azules y naranjas,
otras silvestres de por ahí,
sumado a tu cuarzo,
cortezas de árbol.
El susurro del aire cantó al son de muchos de nuestros temas familiares, para que tanto tú, como mi papá y los abuelos, se mecieran en sus diversas tonalidades. 
Siempre en nuestra memoria y corazón mamita hermosa!!!

... ¡¡¡ Tres años ¡¡¡ ...

Querida mamita,
Esta madrugada tuve algunos malos sueños, recuerdos de situaciones en la que no estuve a la altura de las circunstancias, contigo, pero aunque no sirva de consuelo, quiero que sepas, que desde que te fuiste, mi vida se partió en dos. Me quedé sin ningún afecto que haga latir fuerte a mi corazón, como final de cuentas lo hacías tú y mi papá. 
Ya no existen esos miles de amigos  con los cuales llenar una mesa larga, bien larga para mis cumpleaños, ahora en su mayoría, todos no son más que espejismos.
Comprendí posterior a tu partida, que no tengo a nadie incondicional como lo eras tú. Y supongo que tampoco nadie, nadie, que me quiera como lo hacías tu.

Porque eras mi mamá y solo las de tu rango, nos quieren para siempre e incondicionalmente a pesar de todos nuestros defectos y ahí es donde uno se confunde y cree que los amigos, las personas que se dicen cercanas, son una continuación del cariño que tu nos dabas, pero...

Tu muerte produjo un corte radical en mi vida, 
que al mirar para todos lados,
descubrí que jamás de los nuncas encontraría en la vida, en la tierra, quizás sí en el aire, entre las nubes, alojado entre las flores, alguien como tú. 
Con tu incondicionalidad, 
tu generosidad,
amistad, compañía.
Yo sé que me quisiste y te agradezco y a la vida también, por haberte tenido de mamá, 
a mi lado todo el tiempo que pudimos estar 
y que siempre, siempre será así,
aunque con gusto a poco sienta que pudo haber sido por más tiempo.

Te quiero eternamente mamita,
siempre estás en mis pensamientos,
en el corazón,
en los pasos que doy por esta ciudad que siento tan ajena,
que a veces en algunos rincones recuerdo situaciones vividas con ustedes,
de ti o de mi papá,
entre ustedes,
recuerdos de antes de nosotras
y por un instante un hilo conductor me une a ello
y después vuelta a la realidad.

Pero ahora sé que ya no es solo un tema de lejanía con este país,
si no que también con cualquier lugar a donde mis pasos me lleven,
porque sé que al volver,
no los encontraré a ustedes,
no podré contarles lo que vi,
lo que sentí,
conversé con otros
y es entonces que la intensidad de todo, pierde color, tono y sentido.

No quiero consagrar la vida a tu muerte,
preferiría hacerlo a tu vida,
a buscar retazos de tu niñez, juventud,
pasajes donde la vida salga por tus ojos,
por tu sonrisa linda,
por el remolino de tu pelo,
mi querida mamita linda.
¿Tu qué dices?
Besos miles de mi corazón para ti!!!

15 de julio de 2016

¿Por qué será?

¿Por qué será que aquello que amaste tanto?
¿Hoy detestas con la misma intensidad?
direccionando el sentimiento,
impuesto al corazón,
latir y sentir,
sin sentir y latir por tí.

Ráfagas descarnadas,
traslucen el amargor del sentimiento,
sin entender los cómo, 
el por qué a tanto empeño,
por aquello que no existía.

Volver y mirar,
con el amargor latente,
¿Por qué tanto empeño y con tanta pasión?
energía perdida,
hoy indeseable,
todo aquello que tanto se amó.

¿Corazón puro?
¿que no conoce el amor?
menos el correspondido.
¿Esperanza o salvación?
La suerte echada confiesa,
que quizás la vida, el destino o la historia,
lo decidirán.

12 de julio de 2016

Buscando a mis papás.

De chica no me interesaba escuchar a los mayores,
la TV contenía toda la magia e historias que mis ojos y oídos necesitaban obtener,
la magia de sus dramas,
el amor y sus pasiones, 
la música, coreografías y canciones,
pasó el tiempo 
y sumado a los regaños de mi papá echándome en cara los momentos desperdiciados junto a Antonio y los queridos amigos de Guadalajara,
aprendí a valorar esos momentos,
encontrar sentido y gracia al escuchar las historias de las personas mayores.

Como con mis amados Titin y Marta,
los tangos, las poesías, las historias que contaba mi abuelo querido,
ya fuere en su escritorio,
o su dormitorio 
o mejor aún, cuando salíamos a pasear por las cercanías de la casa.
Tomada de su brazo,
él hablándome de la vida, su vida, mi vida, 
escuchaba mis problemas, 
comprendiéndolos como nunca nadie, 
poniéndose en mi lugar como nunca nadie
e intentando aprendiera a separar y distinguir lo importante de lo que no,
lo exagerado de lo cierto,
lo importante de lo trivial,
para que no todo me hiriera o me ofendiera. 

O las historias que mi padre nos contaba de chicas,
en México,
historias de sus aventuras de infante, de joven, con su familia y hermanos, después con mis hermanos mayores, también junto a mi mamá, viajando por Chile, por el mundo. 

Narraciones maravillosas en medio de los viajes que hicimos por México, 
cada uno de esos relatos,
atesorados en mi memoria, 
que de cerrar los ojos vuelvo al momento exacto, 
ya sea dentro del Wolkswagen, 
sentados alrededor de la mesa,
relatando aventuras del Morro, en Buin o en Europa.

Historias maravillosas, 
sumado a la gracia infinita que tenía para contarlas,
hasta en sus momentos más malos, de mayor locura,
cuando hablaba y perdía el norte de lo que decía,
yéndose por las ramas,
sus relatos nunca dejaban de tener sentido,
aunque no volviera jamás a la historia primigenia,
aún en esos momentos, 
las historias eran divertidas, entretenidas y con mucha, mucha, descripción de ambiente.

Será por eso que en este momento de vida, "la que nos tocó", 
cuando ya no están ni mis abuelos, 
menos a mis papás, 
extraño esas instancias mágicas de sentarme, observar y escuchar a los grandes.....

Es entonces que los momentos vividos,
en compañía de mi querida familia - adoptiva, Acuña Moenne, 
vuelvo a reconocer y reencantarme al escuchar a mi Papito Vicho. 
Observarlo y escucharlo.
Mirarlo hablar, gesticular, mover las manos,
cerrar y abrir los ojos, la intensidad con que su rostro se iluminaba con una u otra historia, los tonos de su voz.

Escucharlo y mirarlo, 
en ese ejercicio algo de mis papás habrá, 
no lo sé, 
pero entre más lo miraba,
más parecido le encontraba con mi papá.... 
según yo tienen los ojos y la nariz parecida, 
aunque Don Vicente tenga una nariz más griega 
y la de mi papá era más tosca que se complementaban con unos enormes y hermosos ojos garzos, 
mientras que los de Papito Vichito son más chicos. 
El biológico alto, de tez blanca, 
el de adopción un poco más bajo y de tez más mora. 
Y sin embargo para mi son como dos gotas de agua, 
que reconfortan las tristes y nostálgicas ausencias a por uno y la alegría cercana a por el otro. 

Volver a mirar, observar y escuchar a Papito Vicho, 
quien va contándome sus historias, recuerdos, anécdotas, 
palabras, letras, oraciones, 
van meciéndose,
como navegando hasta entrar por mis oídos,
alojarse en mi memoria, 
para después ir a buscarlas
y rememorarlas,
como los ecos de las palabras, que volando están en el aire, de mis paires y abuelos amados.