En un mundo ideal,
dicen que la persona es mucho más que su cuerpo, su apariencia,
en el mundo real,
el que vivimos y caminamos todos los días,
no es así.
Si bien a estas alturas del partido,
no es la opinión de los otros lo que me interesa,
porque sé que jamás de los nuncas lograré agradarle a nadie
y la sola idea me agota,
pero cierto es también,
que "como te ven te tratan"
como te ven te dicen "señora o señorita"
y algunas de esas cosas y otras,
son las que pretendo cambiar,
no en una revolución social,
sino más bien en la revolución interior y personal.
El tema de la apariencia,
es un tema pero para mí,
por la percepción que tengo de mi,
que cada tanto descubro que dista tanto de la que los espejos y vidrios muestra,
cuando me miro
y descubro una chica
que está sobre pasadita de peso,
pero que al mismo
tiempo hace su lucha,
todos los días intenta
salir a caminar una hora,
que intenta con gran
esfuerzo,
no comerse todo lo que
las ansías la invitan,
y sin embargo no logro
hacer que la imagen que tengo de mi,
sea la misma que los
espejos muestran.
A veces sobre todo de
noche,
me angustio mucho,
ya no por el qué
dirán,
que hace rato me lavo
el poto con sus palabras,
sino por mi,
tanto esfuerzo,
tantas molestas,
privaciones,
para constatar que
nada ha valido la pena.
Sin pensar en
enfermedades,
porque la hipocondría
no es lo mío,
un tanto atemorizada,
que me dura diez
segundos,
pienso que quizás las
causas sean porque estoy enferma de algo,
de alguna de las
espantosas cosas presagiadas por los médicos,
que como bien dicen, son unos matasanos,
porque introducen en
tu mente ciertas ideas asesinas,
que preocupan tanto,
que no sería raro que
uno termine padeciéndolas.
Pero me niego a ello,
quiero seguir
creyendo,
como lo haré hasta el
último día de mi vida,
que puedo hacerlo
sola,
que puedo cerrar aún
más la boca,
limitar aún más las
delicias que el mundo pone a mi alrededor,
achicar todavía más la
lista de alimentos permitidos
y seguir luchando
hasta lograr la meta.
Una meta que
obviamente no es dejar de ser yo,
ni pretender
convertirme en la que fui hace 40 años cuando tenía seis,
tan solo pretendo,
que la imagen que
tengo de mi,
sea la misma que se
proyecta en los vidrios y espejos.
No es la de un palo de
escoba porque la tarea duraría 100 años,
tampoco es la de un
palo abombado,
tan solo mi cuerpo,
el verdadero,
el que sobrevive
envuelto en una gruesa capa,
que no deja ver lo que
hay debajo.
Espero realmente que
las constelaciones se acoplen a mi lado,
como los amiguitos de
la CRA también,
que mi autoestima
aguante, resista,
la energía no
decaiga,
los procesos externos
no me toquen en demasía.
No me pongo metas,
esto es un camino largo por recorrer,
caminarlo en serio,
ojalá por última vez.