Querido Papito,
No gozaras de esa torta tan grandota y delixius, pero en vez, tenemos preparada la mejor paella. De aquellas que juntos y revuelvos LOS CINCO ibamos a comer al negocio español, cerca de la primaria ¿te acuerdas? Ese restorant del angosto pasillo, en el que entrabas holgado y salías dando tumbos o más bien de perfil. Esas hermosas y sabrosas palanganas, dignas de un buen comedor, que ingenuos nosotros pensábamos que eran para el clan y venga que estaban pensadas para paladares de trogloditas. Digamos que los españoles choriceros sí que saben comer como marranos.
El brindis te lo llevaras con seguridad, los pensamientos varios de cada una de tus cada vez más numerosas "gracias" y el deseo enorme de que estuvieras con nosotras, aunque sea un ratito y hasta medio totalmente locateli.
Se te extraña Andruche.
Al menos yo sí, pese a todos los peros, me encantaría como no sabes cuanto y como no sé explicarte, que estuvieras aquí, para contarte tantas, tantas cosas y quererte con todo el corazón abierta y sinceramente.
Espero que en los más alláses la Marta, Titin, tus abuelos, mascotas, Claudio y tantos, de nuestros queridos que se han ido, te hagan una celebración a la altura de las circunstancias.
Besos y abrazos eternos en este tú lindo día.
¿Efecto a drogas mentales?
¿Sensaciones subjetivas?
¿Ausencia del sentido?
¿Desvío de imaginación?
Todavía no logro definirlo.
Sólo certezas cada segundo menos agradables, rencor no es, desprecio si, desvanecimiento del altar, del santo, las velas ya no se prenden.
No quería este efecto, llegó sin invitarlo,
las ráfagas de amor se las llevó el aire,
al parecer la inevitable senda a por el desprecio, desamor, constatar que eres más pequeño, menos interesante, más bien mediocre, en el mundito de la casita propia protegida por rejitas negras, muros blancos y el miedito a por la sociedad abyecta que te rodea y eres uno de ellos sin darte cuenta.
Desprecio.
No eres lo que parecía,
el oro no brilla más, el metal tenía menor valía,
mentiras, engaños, sufrimientos innecesarios,
el objeto tenía menor valía de la que presumía.
Alucinaciones.
El camino para que el desprecio no exista, tampoco el sentimiento, la mirada esté limpia, también los pensamientos, descubrir los destellos internos, reales, valiosos en sí mismos, sin dobleces, glorias perdidas.
Tiempos luminosos,
destellos alucinantes,
luminosidades reales,
tiempos mejores.
Estoy más cerca de lo imaginado,
calma y tiempo de mi lado,
no buscar más en otros lo que brilla con luz propia, que nadie la podrá apagar....
