30 de noviembre de 2010

San Andrés peras cocidas.

Querido Paire,
Siempre me pregunté si el festejo de San Andrés peras cocidas, era creación de la Tolita que te quería tanto o si realmente acontecía. Como no tengo mucha cultura "santistica", tampoco sabía quién era San Andrés, que descubro que es un apostol. El asunto en cuestión es que hoy vendría siendo el santo de mi pairecito amado, al que finalmente creo que después de la Tolita, nadie más le festejo con su senda fuente de frutas o al menos, sus peras cocidas "como decía él".

Así semos los humanos que valoramos y mistificamos lo que a veces, ya no tenemos cerca.
Para que no caigan las lágrimas y los mocos, nos queda la memoria y hacerte un sentido homenaje en éste tu día, en el cual a modo de dedicatoria te puedo decir que además de peras, ya están a la vista y deleite del paladar: duraznos, cerezas, guindas, damascos, fresas y otras tantas delicias estivales.
Te quiero mucho!!

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Querido primito amado,
Un nuevo aniversario que vuelve a enlutar y entristecer la existencia,
un año más que suma y sigue en el que ya no te tenemos cerca,
que no podemos pensar en encontrarnos en cualquier lugar de Santiago,
que me abraces,
que me digas lo guapa que estoy,
que nos tomemos un helado de chocolate
y al son de la Coca cola nos tiremos uno que otro flato orquestado.

La memoria sigue fresca,
porque el cariño que surgió espontáneamente,
era para siempre,
aunque en la totalidad no estuvieras para recibirla.
Pero a modo de consuelo en la imposibilidad del mismo,
atesoro el recuerdo de tu linda cara,
de tu sonrisa,
tus grandes ojos,
así como tus manos.
Las conversaciones existenciales y cálidas que tuvimos,
el enamoramiento que siempre sentí por ti, aunque tengo la impresión que siempre lo supiste, pero nuestra amistad era demasiado valiosa como para jugarsela............ las risotadas porque éramos los solterones de la familia,
en fin una eternidad de detalles, instantes, miradas, silencios, carcajadas,
que si bien ya no se volverán a repetir,
forman parte de la magia de traerte hasta aquí de tanto en siempre.
Te quiero y recuerdo en la misma cantidad, que suma y sigue de año en año.

25 de noviembre de 2010

Ailanto.

“…. El árbol es un símbolo de todo el cosmos, no sólo en sentido físico, si no también moral. Es el árbol de la ciencia, del bien y del mal; es el árbol de la vida y el de la muerte; es en definitiva, el mundo….”


Caminando por calle Miguel Claro lo descubrí,
el día comenzaba a marcharse, el frío se apoderaba del aire,
los pajaritos ya no cuchicheaban ni bajaban a la tierra en busca de comida.
lo miré desde abajo, su inmensidad se venía encima,
traté de treparlo,
subir desde las raíces para llegar a sus nubes.


Desde la vereda, a través de las rejas del Liceo Lastarria se veía
queríamos alcanzar el cielo,
al cielo,
a los dioses del cielo,
saltando desde un brazo al otro,
mientras el aire era de ailanto.


Quería abrazarlo
lo abracé, acaricié y también olí,
el grisáceo de su tallo se mezcló con el azul del cielo,
de cielo azul oscuro,
mientras el verdoso de las ramas, bailaba junto a las hojas.

El aire ahora era de selva húmeda,
y en la cresta,
los rojos y anaranjados coronaban la primavera.
“flotando en el aire germinarás” – me dijo-,
mientras que otros ailantos volarán,
volarán y volarán,
hasta nacer en otros espacios.

14 de noviembre de 2010

Estar vivo.

Después que se murió mi Gogo, realmente yo quería morirme, quería morir esa noche para alcanzarlo en el más allá, para no separarnos jamás. Porque de veras que sentía que a mi existencia se le extinguía la luz propia, los ánimos más vitales que permiten amanecer cada día con bríos, impetus, sueños por cumplir.


Para colmo a la madrugada siguiente fue el terremoto y la larga historia. Pero a medida que fueron pasando los días y que mi dolor me tenía completa y absolutamente convertida en un zombie, fui clarificando mis ideas y sentimientos y todos me llevaban a odiarme y odiar todo, todo lo que estaba vivo. Odiaba mi casa por permanecer intacta, al menos podría haberse derrumbado conmigo dentro y así morir. Aborrecía la vida en sí, las plantas, los pajaritos que volvían todos los días por alpiste, a mis plantas que habían sobrevivido al espasmo terrenal y casi parecía que el estremecimiento les había venido de perilla, ya que se tornaban más hermosas, firmes, coloridas, las flores que nunca habían florecido nacieron, las suculentas que crecían de maneras extrañas volvían al redil. Los geranios se llenaban en otoño y después en invierno de flores, de colores nunca antes vistos.


Y mi actitud ante ello, era ignorarlos, no darles pelota, dejarlos a su voluntad, de hecho en veces pasaron varios días antes que los regara. Me daba tanta rabia constatar la belleza de mi jardín, la vida que pululaba en él, mientras mi corazón estaba vacio y mi Gogo yacía 53 centimetros bajo tierra.
Lo primero que me reconquistó y me hacía sentir vil y poco seria en mis lutos, fue la Bugambilia. Mi ensoñada Bugui de 12 años que de pronto en más se convirtió en la luz de nuestro jardín con el esplendor del rojo de sus flores, del verde de sus hojas, de lo picudo de sus espinas. Pensar que la Bugui era el árbol que yo quería plantar en México para echar raíces serias y así vivir para siempre allá. Y finalmente no logró ser y fue en el Chilorio donde vine a echar sus raíces....... aunque no sea el lugar elegido para dejar las mías.


Después poco a poco ha sido este florecer de todo lo que se mantenía tímido.
Los cactus y suculentas de la tina del patio, que simplemente los deje a su suerte porque los odiaba igual que a los otros y que en mi abandono, decidieron enormecerse, embellecerse y gritarme que les echara un ojo. Todavía confieso, que no les tomo demasiado en cuenta, es que fueron una obsesión tan intensa mientras estuvo mi Gogo, que después como que esa energía se fue igual que él.
Pero hoy me descubrí acomodando ladrillos, tablas de madera, para que las plantitas de maceta, crezcan con mayor alegría, nazcan nuevas y más bonitas flores, hojitas, sorpresas coloridas. Y pienso entonces en esto que es ESTAR VIVO, maldita sea. Porque si no lo estuviera, bueno nada ocurriría, pero uno al menos, debería saber MORIR EN VIDA, anularse de forma tal que todas las cosas de la vida que manifiestan vida, no te lleguen. Que no te importe la gente, los pajaritos, las plantas, la Bugambilia, lo que florece, lo que embellece, el resto de los gatitos y perritos, nada, nada.
Porque se supone que cuando desaparece radical, intensa y totalmente la energía de tu vida, de la vida, de mi vida, el mundo debería paralizarse de forma tal que todo lo que observo, huelo, constato-ingrato, no debería ocurrir. Uno debería quedarse sin los cinco sentidos después que se mueren los seres amados y así pasar por la vida, sin saber ni para donde, ni con quien, por qué, para qué.


No puedo agradecer la belleza de las cosas que me rodean, porque todavía me duelen, me duelen al pensar que mi Gogo ensoñado no las puede disfrutar. Resguardarse en la sombra de la Bugui, buscar el fescor de la hiedra, comerse los pajaritos que bajan por alpiste, buscar el calorcito de tantos rincones. No puedo, trato de negarmelo y a veces me resulta, pero en otras como hoy, me descubro en esta cosa injusta de que yo sí esté y tu no.

12 de noviembre de 2010

F C M Q RTGA

Voleva mio,

Scusa se mi si prende di sorpresa con il tuo compleanno, qualcosa vorrebbe essere con me la notte scorsa... sempre siete più saggio di me, più aperta, forse per quelle cose amate entrambe.


Vorrei spostare dove siete e abbraccio forte, spremere contro il petto e raccontare l'orecchio, come amo te. Siamo spiacenti per tutte le volte che ho non, come me, non si pensa più su altre cose più nel nostro. Ma io non mai dimenticare te amo.
Amore di giorno felice della mia vita!

10 de noviembre de 2010

No sucedió.

La suerte estaba echada supuestamente,
el día anterior había sido tan absolutamente perfecto, tan luminoso. De pronto y sin más, la suerte me favorecía totalmente. El camino se iluminaba y los motivos para continuar crecían más y más.

Quizás pequé de exceso de confianza,
porque en el imaginario personal, si la suerte te acompaña de manera tan total una vez, es difícil o presuntuoso creer que ocurra lo mismo otra vez, sobre todo si es al día siguiente. Sería como dejar de ser la que se es, pensar que la vida tomó una ruta distinta y  que puedes confiar en que la lluvia de estrellas caerá ante tus ojos.

Despertar a la realidad fue cosa de minutos,
también quién me manda a tener tantas ilusiones por situaciones tan absolutamente lejanas y platónicas. ¿Cuándo aprenderé que las cosas rara vez son, como las sueño?. ¿Será necedad o exceso de estupidez genética lo que me ciega e impide ver lo que es de lo que parece ser?
Pero es que pienso, que si dejara que el escepticismo y la razón dominaran mi existencia, ésta sería la más plana de las chaparras. La vida sería la más gris de las oscuras, la menos interesante y es que finalmente, es mi manera de escapar y no permitirme vivir de manera realista.

Pero en todo caso,
cuando las cosas no suceden y la ilusión te hizo creer que si, el bajón es tan fuerte, tan hondo, tan profundo, que todas las buenas cosas soñadas y sentidas anteriormente, desaparecen y sólo queda esa sensación exagerada de haber querido casi no nacer, no vivir, no pasar por esos momentos.

Eso fue lo que ocurrió.
La expectativa era tan grande, había en ello tanto por jugársela, que el carajo fue un destino casi maravilloso, comparado al que me fui.
Quedarse dormida al son de la frustración, es algo muy heavy, de pronto vuelves a comprender el dolor ajeno y ponerte en el lugar de todos los que padecen algún sufrimiento, sintiendo que el tuyo se multiplica en relación a los otros........... el tormento en vez de sucumbir, crece y crece y crece...... resultado final: insomnio total.
Insomnio de cabeceos, en los que crees que duermes, pero tu mente está a mil por hora pensando, analizando cada cosa instante ocurrido, lo que no hiciste y lo que sí...


Eternizar los momentos tristes que pensaste serían los más hermosos.
Volver al lugar de los hechos,
el nerviosismo a por su llegada,
su entrada majestuosa cual si realmente fuera el principe azul que has esperado
y de pronto,
fuera del guión que estuviste escribiendo por horas,
él pasa por tu lado,
hermoso,
con esa belleza simple,
con sus ojos pequeños,
el pelito cortado a ras,
su piel mate,
esa elegancia al caminar que no se sabe si es por creído o por ciego,
y pasa,
pasa al lado tuyo,
rosando tu ropa, el aire que te rodea....

Y tu sin querer queriendo, lo miras de lado,
Pasea de un lado para el otro, saludando a todo el mundo, y al cruzarse conmigo, ni siquiera voltea a verme... 

6 de noviembre de 2010

LOS ABUELOS.

Como si no tuviéramos más que dos,
cual si pertenecieramos a un tipo distinto,
de los que sólo cuentan con un parcito,
pero qué parcito,
qué pareja,
porque de los recuerdos más hermosos,
muchos, muchos,
hablan de LOS ABUELOS.

Porque esas dos palabras hablan por sí solas,
todos los que las pronunciamos sabemos lo que decimos,
LOS ABUELOS son dos personas en particular,
dos personas encantadoras,
de cabecitas blancas (así nos tocó conocerlas),
que tuvieron los primos grandes,
después la segunda generación,
los que hacían posibles los veraneos en Isla Negra,
después, cuando llegaban a Guadalajara de tanto en tanto con hermosos regalos
para hacernos la vida mucho más entretenida.

Junto a ellos, salíamos a pasear, de compras,
a patinar a Chapultepec,
como éramos modosas hasta la saciedad,
nunca tuvieron que corretearnos, ni gritarnos,
ordenadas y obedientes, caminábamos a sus pasos,
que no eran nada de lentos,
escuchando las historias de Titin,
las correcciones de la Marta,
comiendonos un rico helado,
patinando a gran velocidad.

Después en casa,
pelearse por atenderlos,
¿quien masajearia la espalda de Titin?,
¿quien ayudaría a cocinar a la Marta?,
estar con ellos en su habitación,
escuchar sus discusiones domésticas,
sentarnos en su cama,
observarlos extasiadas de amor.

La Marta con sus tiempos tranquilos,
en los que los puchos podían prender fuego a la cama y ella ni en cuenta,
los desayunos que Titin preparaba para los dos,
los huevos aflanados,
el pan de molde tostado con jamòn para él,
el pan de molde con huevo estrellado para ella,
el olor a talco con colonia de Titin, así como su pulcritud,
la Marta balanceandose (mesiéndose) ya fuera en el sofá o en el borde de la cama y su cara volada, con esos ojos grandes, mirando hacia una estratosfera personal y distante.

LOS ABUELOS,
mis amados abuelos,
a los cuales se les extraña todo el tiempo,
porque dejaron impregnada la ciudad, el barrio, con su presencia, con sus pasos, sus voces...

La comida huele a la Marta,
al sabor que se extraña por el "chimbo farso",
por las "papas a la huaicaina", 
por la generocidad para dar a la familia siempre lo  más rico y lo más especial.

Los almuerzos de domingo,
las visitas de todas las tardes,
las teleseries sagradas a las 20 horas,
así como también los tiempos en que la tevita tevé era yo y Titin se preocupaba por mi pasión desbocada a verla,
pero siempre discretos, siempre comprensivos, nunca un reto, una palabrota, porque para eso eran LOS ABUELOS, los mejores complices, los más incondicionales.

De vuelta en Chile,
una que siempre se ha azotado con empeño,
recuerdo las caminatas al Pasaje Madrid con Titin,
al correo, a jugar la loteria, a comerse el ave palta de miga,
la coca cola.
Otras veces a retirar la jubilación
y por sobre todo,
esos paseos en los que hablabamos de la vida y sus matices,
fue justamente en esas caminatas él a bastón y yo ofreciéndole mi brazo,
cuando más improtante me sentí,
desde mi existencialismo azotado,
encontré un apoyo,
alguien que desde sus añales decía entenderme perfectamente
y además, me daba consejos para solucionar mis tormentos.

A LOS ABUELOS se les extrañará siempre,
porque quedaron impregnados en nuestras vidas,
en la memoria,
aromas,
en las fotos,
a través de los paseos por los mismos lugares que recorrimos juntos,
de las añoranzas infantiles,
porque ya no tenerlos es cosa difícil...

De pronto algunos deberían ser eternos,
eternos sabios,
eternos sabios acompañantes,
para quedarse a compartir la vida, eterna, sabia, juntos
y volver a sentirse comprendida,
acogida, querida.

2 de noviembre de 2010

Contemplaciones...

Recuerdo que cuando era chica,
en la pieza de la TV en nuestra casa de Guadalajara,
me gustaba sentarme en el sillón oscuro reclinable a contemplar mis piernas,
mis largas, delgadas y blancas piernas.
La sensación de levantarlas y observar su larga forma
me fascinaba.... sería también que el contraste con el oscuro del sillón las hacía destacar aún más.

Y en esos momentos a solas,
como pecando,
sentía un placer y felicidad al contemplarlas y recordar cómo otros habían comentado sobre las alargadas, blancas y por lo tanto lindas de mis piernas.
Pero en la crianza comunista, esta sensación de agrado, tenía un dejo de "prohibido", pecado, frivolidad, superficiliadad, ya que el gozo del cuerpo, la observación del ombligo no era bien vista.

Quizás por eso al perder la capacidad de observar mi cuerpo,
de encontrarlo hermoso, alargado, delgado, blanco,
se justificaba como voz interna, el hecho de que una "comunista" que se enorgullezca de serlo,
no puede caer en tales cosas.
Y si bien fui realmente la más ductil a estos pensamientos totalizadores, cuadrados y dogmáticos, que me cuadraban y encantaban, de pronto en tanto, en muchas veces, me hubiera gustado conservar esa vanidad capaz de amarme locamente y proteger mis partes, sus lados buenos, mis bellezas fisicas y no permitir el maldito lujo de contar solamente con los recuerdos de aquellas tardes en Guadalajara....